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jueves, 8 de diciembre de 2016

Piel de Cocodrilo (R)

            Las leyendas etiológicas, aquellas que quieren dar la explicación y el origen de algún hecho natural (las manchas del sapo, la  creación del río Amazonas,…) son feas. Esto es porque quienes las inventa comienzan por el final, por aquello a lo que quieren llegar y, para conseguirlo, no dudan en contar cualquier cosa: increíble, imposible, inconexa, inverosímil, insostenible,…

            Por eso, cuando José Carlos Román, maestro de Educación Infantil, les contó la leyenda de la piel del cocodrilo a su alumnado, a estos no les gustó nada. Máxima cuando esta antigua leyenda africana tiene además moraleja para criticar la vanidad y la soberbia.

            Sin embargo, José Carlos vio en la historia una posibilidad narrativa y le introdujo un par de cambios que convierten a la gris leyenda en un simpático y amable cuento que termina siendo deslumbrante una vez que la editorial le encarga las ilustraciones a Paolo Domeniconi.



            Efectivamente, el darle carácter próximo al cocodrilo y llamarlo por su nombre, Cocodrilo; el asociarle dos amigos Lechuza y Luciérnaga, nocturnas y encantadoras; el que los tres disfruten con las historias leídas; y, en fin, el que la atmósfera de la historia pierda su carácter didáctico para ser literario, hacen que esta “Piel de Cocodrilo” sea un hermoso álbum que una vez leído se volverá al principio para volver a disfrutarlo.



            La idea se mantiene y la vanidad aparece castigada (algo que José Carlos Román quería mantener, el no desvirtuar la leyenda ni su mensaje) pero aparece un nuevo mensaje que va a incidir más y mejor: la amistad está ahí para paliar el sufrimiento y los malos tragos porque a los amigos se les quiere a pesar de sus defectos más que por sus virtudes, parece querer recordarnos esa última y magnífica página… doble página.


            En cuanto a la ilustración, el cuento está contado siempre a doble página por lo que el artista se puede permitir disfrutar el paisaje, al cocodrilo a todo lo largo varias veces, a los colores de los momentos del día… Nada más esa entrada del elefante bostezando cuando el sol se pone y unas aves volando ordenadas en los distintos movimientos del aleteo… merece la pena todo el libro. Así que no hay más que decir si lo que viene después es más de lo mismo.






            En resumen, una auténtica gozada que se disfrutó doblemente cuando en la Librería Plastilina, de Cádiz, se presentó el libro que fue contado por Amalia y la pequeña Ada, en presencia del autor.

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