Uno es del lugar donde vive, sin que tenga que renunciar a otros orígenes, cuna y vecindades. De Cádiz, de Jerez, un poco de Nueva Jarilla… y ahora de San Fernando. Y aquí que me voy a la Feria del Libro y ¡qué sorpresa tan grata!
En esa plaza espectacular que es la Plaza del Rey, donde se encuentra el Ayuntamiento, se ha creado un espacio entre los quioscos de libreros y entidades, la zona de lectura y la zona de encuentro con autores: sillas para el público y plataforma para los invitados.
Un lugar para desarrollar una programación que, ¡guau!, está dedicada a una librería local. Y es que la Librería Bozano ha cumplido 100 años de presencia ininterrumpida desde la pequeña tienda con la que empezó hasta el generoso local que es hoy en la calle Rosario y otro tanto de una sucursal en plena calle Real.
Por eso el día de la inauguración hubo un lugar importante, de una hora, para que Francisco García Barroso (titular actual de esta librería que cede su protagonismo a su hija Cristina) conversara con Juan Manuel Fernández, antiguo propietario de la Librería Manuel de Falla, en Cádiz, recién jubilado. Una charla amistosa, entrañable y llena de saberes alrededor del libro, que mantuvieron con la presencia de Daniel Heredia quien está coordinando todas las actividades de la Feria.
Entre la anécdota y la reflexión, la confianza en el futuro del libro, la relevancia cultural de las librerías, los recuerdos de tiempos difíciles, la importancia de “la mili” para la librería, el empezar limpiando cristales, el diario España de Tánger, los libros de la Editorial Losada, censura y quema de libros… y tantas cosas, con la complicidad de un público que respondía con sonrisas, emoción e interés, discurrió esta conversación que ponía un broche muy especial al día de la inauguración.
Al día siguiente comenzaban las mañanas, pensadas para escolares y con un espacio anexo al de la Feria, un lateral bajo unos toldos y con un montón de cojines para escuchar a un invitado de lujo: Pepe Maestro.
Esos espacios abiertos dan lugar a que haya más asistentes de los que están citados, y así se reunió medio colegio con edades muy dispares. Pero el escritor gaditano es un enorme comunicador consiguiendo la atención de todos: a veces, aunque algunos no pudieran seguir la historia contada, es el gesto, la entonación, un objeto y, sobre todo, su capacidad para conseguir que interactúen con lo contado, repitiendo coletillas o gestos y haciendo a todas y todos partícipes y protagonistas del encuentro.
El profesorado que acompaña a este alumnado, al terminar, se va acercando poco a poco Pepe Maestro y le van agradeciendo su actuación y reconociendo su arte y habilidad para tenerlos atrapados durante el buen rato que emplea, incluidas las “prorrogas” que añade según las últimas peticiones de algunos de los asistentes.
Me ha gustado especialmente la del libro “Las muertes de Federico”, una obra muy particular que se pasea entre el ensayo y la literatura. Miriam García tuvo una presentación de la obra y del autor muy acertada ya que se posicionaba en lo que le había gustado provocando la intervención del escritor, Manuel Bernal Romero, que puntualizaba, contextualizaba, añadía, descubría y seducía al buen grupo de oyentes para la lectura de este libro.
Manuel Bernal es profesor de Lengua y Literatura y un investigador incansable de la Generación del 27. Tiene numerosos libros publicados alrededor de distintos autores, incluido Lorca, y llega a este título con una perspectiva muy interesante: darle cuerpo narrativo a cada una de las siete hipótesis sobre la muerte de Federico, de entre otras muchas que existen, de las que él cree que pudiera haber sido posible alguna de ellas. Y en una segunda parte del libro recoge testimonios sobre el poeta granadino por parte de un buen número de escritores y escritoras, con numerosas elegías de los mismos y textos en prosa que aseguran mágicos momentos de lectura.
Para colmo de buena e interesante presentación, el acto estuvo “ilustrado” con las intervenciones de Ignacio Pérez (canto y guitarra) y Mario Benicio (canto y recitado) que mantienen vivos los poemas de Lorca. Y es que de eso se trataba, como explicaba el escritor citando una reflexión de Pedro Salinas: quienes quisieron acabar con Federico García Lorca no pudieron, mientras ellos están “irremediablemente muertos” el poeta “salió vivo del crimen”.
Y si Lorca estuvo vivo en esta Feria, no menos lo estuvo el poeta Miguel Hernández, a quien se le dedicó un magnífico homenaje. Hasta ocho personas participaron en ello con distinto papel dando lugar a una hora y cuarto de datos, conocimientos, emociones, reivindicación, literatura, música, dramatización, recitado… Todo ello a partir del serial de podcast sobre la vida y obra de Miguel Hernández, “Imagen de mi huella”, promovidos por Cadena SER en cuya web podemos encontrarlo.
Se trata de un trabajo dirigido por el periodista Pedro Espinosa, quien lo ha traído a San Fernando en este formato pluridisciplinar, contando con la participación de Carmen Alemany (experta en M. Hernández y que clasificó los manuscritos que guardara y protegiera la viuda del poeta) y con Juan José Téllez, periodista y poeta y que fue comisario de la exposición que con este material y otros muchos ha recorrido distintos lugares del mundo.
Con la fluida, precisa y acertada participación de Espinosa, que contextualizó y describió el podcast y daba pie a las intervenciones, ambos expertos contaron muchos aspectos sobre estos materiales, sobre la situación actual del legado del poeta, sobre datos de la vida del poeta y su esposa… que en distintas ocasiones fueron “revividos” con las lecturas de textos de forma dramatizada por Susana Rosado (como Josefina), Ángel Quiñones (como Miguel) y José Luis Suárez (como Vicente Aleixandre), mientras una delicada música los acompañaba de la mano y teclado de Benjy Montoya, autor de la banda sonora de este serial “Imagen de mi huella”.
Para remate final, Juan José Téllez eligió y recitó “Para la Libertad”, Carmen Alemany la “Elegía a Ramón Sijé” y Espinosa eligió las “Nanas de la cebolla” que, en vez de recitarla él mismo, le pasó el testigo a Amanda Real que cantó el poema acompañada por B. Montoya, terminando así con un encuentro que llenó todas las sillas preparadas para el público pero que también había formado un corro de asistentes que permanecieron de pie atentos ante tan hermoso, justo e interesante homenaje.
Hasta aquí mi crónica de esta Feria del Libro. Quiero asistir a algún evento de la de Cádiz, y luego pensaré en qué quitaría, qué pondría y qué cambiaría en un evento como este, que algunas ideas ya hay.