Pilar Chamorro es una maestra que
vino de León y se quedó trabajando en Estella del Marqués, pedanía jerezana.
Allí se casó y tuvo tres hijos, y trabajó, y trabajó, y trabajó … con muchos
alumnos y alumnas. Y se reunía con colegas (en el Seminario Permanente de
Literatura Infantil de Jerez) para hablar de cuentos, de libros, de lectura, de
cómo hacer para que disfrutaran leyendo … y se emocionaba cuando encontraba uno
de esos maravillosos libros que caían en sus manos.
Esa emoción la llevaba al aula
junto con los libros, y contagiaba a todas y a todos. Y también la llevaba a casa
y leían y leían … Esto caló mucho en la pequeña Leonor que tenía otra afición
más: bailar, afición que Pilar alimentaba. Tan leonesa ella, tan flamenca la
hija.
Hay veces en que transmitir algo
con tanto cariño y apoyar proyectos, que al principio puedan parecer muy
difíciles, dan su fruto. Leonor Leal Chamorro baila y ya tiene dos libros
publicados.
“Catalina sin pamplinas”, de
Leonor Leal con ilustraciones de Guridi. Ed. La fragatina.
La autora nos cuenta el
crecimiento del personaje: esa salida que hace al mundo, del espectáculo y
geográfico, llena de ilusiones y “detalles”: que si los volantes, que si las
flores de tela, que si las peinetas … todos los avíos. Pero los lugares, las
gentes y sus emociones van a “desnudarla” de pamplinas, de artilugios, para
hacerse permeable y aprender, para ser emoción y transmitir.
Pero todo esto sin dramatismo.
Muy al contrario, una prosa rimada, unos divertidos secundarios, unas páginas
atravesadas por aviones volando para llevarla de un lado a otro y recoger “el compás”
(1, 2. 1, 2, 3), dan lugar a Guridi a unas ilustraciones sentidas pero con
cierta comicidad, por lo que es un libro que llega muy bien a los pequeños. Eso
sí, ese bonito mensaje de la bulería por encima del artificio, llega muy bien a
mayorcitos.
Y si de escuchar a la escritora
leyendo-contando-cantando el libro a niños y niñas se trata, entonces pasamos
un muy buen rato, y vemos y oímos cómo la siguen, y terminamos enamorados de
Catalina y vemos que es la propia escritora la que nos está contando sus
experiencias.
El libro, un álbum ilustrado,
tiene un aire parecido a una actuación flamenca. Si en esta se da quien está a
la guitarra y quien está al baile y parece que lo llevan haciendo toda la vida
transformando dos en uno, en el libro quién está al texto y quién
está a los lápices encuentran una gran complicidad: ese plano de la artista
detrás del telón antes de salir a actuar tiene toda la emoción de quien va a
darlo todo, un dibujo tan sencillo lleno de la pasión de la autora.
Y en ese cuidar detalles en la
historia y en la ilustración, tenemos las guardas hechas con los folletos de
avión que reparten a los pasajeros, ya que los viajes son sustanciales en la
trama; y tenemos al cantaor, al palmero y al guitarrista, que Catalina no va
sola; y tenemos a las bailarinas indias sobre los mándalas de fondo, y el
gestuario muy sencillo, pero tan expresivo como cualquier trazo de Guridi.
No se deja un detalle al azar:
las pérdidas de “complementos” (volantes, flores de tela, etc.) van asociadas a
enfado, pena, mosqueo … y Guridi envuelve al personaje en un espacio de color
adecuado a la emoción.
Una gozada de libro que podría
pasar a ser un espectáculo de flamenco para niños y niñas, especialmente para
el alumnado andaluz que no tiene muchas posibilidades de acceder a esta
manifestación artística y sentirla próxima, a pesar de ser de su tierra y ser
Patrimonio de la Humanidad.
Bailar, de Leonor Leal, ilustrado
por Guridi. Ed. Avenauta. Grupo editorial Tres Tigres Tristes.
Cuando reseño un libro un tanto especial como este, busco y
leo lo que otros han dicho de él para intentar no repetirme, para intentar
ofrecer algo distinto, para ofrecer mi visión personal. Sobre “Bailar” he
encontrado dos enlaces muy jugosos. Por un lado, un PDF de la propia editorial
y por otro una entrevista en el interesante y premiado blog Un periodista en el
bolsillo. En ambos hay recortes del texto, ilustraciones, comentarios y
entrevistas con los autores. Igual se asoman por ahí y ya no quieren seguir
leyendo por aquí.
Para los que sí, me fijaré en
algunos aspectos que no he visto tratados. Por ejemplo, lo conceptual del libro
que se fija en texto e ilustración, con una maquetación plana que viene a
alternar en las páginas el renglón, o poco más, de texto con el dibujo, casi
siempre ambos centrados. Eso sí, la letra, de un tipo Courier, como si
tuviésemos una máquina de escribir antigua, se va a “poner” en negritas cuando
la bailaora taconea en unas onomatopeyas que parecen diferenciar cuándo es con
el tacón, cuándo con la punta y cuándo arrastra el pie.
El libro comienza con una
declaración de principios: “Cuando bailo, BAILO”. A partir de ahí nos dice cómo
pasa de la vigilia a la embriaguez del baile, y qué siente, y por qué lo hace,
y cómo es ese viaje a su interior para perderse. Y nos habla de sus
movimientos: el giro impetuoso, el pisar, los pasos y las vueltas, la búsqueda
del gesto para comulgar con la música y el zapateo como diálogo con ella misma.
Y nos cuenta cómo su bailar está
lleno de formas de sentirse, de vidas que vivir, de mundos y espacios diversos
… pero a la vez de individualidad, de experiencia personal, de introspección.
Podría estar en medio de un espectáculo y desaparecer el escenario y el público
y seguir bailando en esa coreografía no escrita que nace, brota, que toma forma
según el sentimiento, bailar.
Guridi deja bailar el pincel
igual que Leonor deja bailar las palabras. Ella no necesita de artificios
rebuscados, a él le bastan con dos tintas para mover a la figura: tinta negra
comienza el movimiento, tinta azul hacia donde va. Y tal vez el lector no se
mueva de donde está mientras lee el libro, pero de seguro, muy seguro, que algo se
le ha movido por dentro y le han entrado ganas de bailar.
LOS AUTORES
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