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lunes, 18 de julio de 2022

Datrebil. 7 Cuentos y un espejo (R)

 

De Miquel Obiols. Ilustraciones de Miguel Calatayud. Colección Siete leguas. Ed. Kalandraka. Traducción: Angelina Gatell Comas.




Cuando acababa el siglo XX, el Equipo Peonza decide buscar los “Cien libros para un siglo”, elige como correspondiente a 1980 “Datrebil. 7 cuentos y 1 espejo”, considerándolo por tanto uno de los cien mejores libros del siglo pasado.

¿Qué tiene el libro para ser considerado como tal? En principio es un libro distinto, disidente, un libro denuncia, un libro que apela a la inteligencia, al humor, a la crítica … pero que, sobre todo, considera al lector infantil como lector, dándole textos muy elaborados para entenderlos del todo o lo que buenamente se entienda, por sus muchas lecturas.





En “Historia crítica de la Literatura Infantil y Juvenil en la España actual (1939-2015)”, Jaime García Padrino le dedica siete renglones y habla de un <<coche/espejo>> que todavía estoy buscando. Seguro que no ha leído el libro: es imposible (además de equivocarse) no hacer mención a tanto como hay aquí escrito (e ilustrado).





Conocer la trayectoria y obras del autor nos ayuda, y mucho, a comprender todo el trabajo que hay detrás no solo de este libro, sino de toda su producción que está al rescate por parte de Kalandraka, de quien ya tiene 4 libros publicados. Libros que estaban descatalogados y que tenemos la suerte de poder volver a disfrutar los que ya los conocíamos, y de estrenarse quienes se incorporan a este espacio lector.





Vamos a centrarnos ahora en “Datrebil” y vamos a exponer ese porqué es un libro magnífico. Lo primero es que el libro es de 1980, se reedita continuamente sufriendo esos pasos de Espasa Calpe a Planeta, pero siendo uno de los títulos que sobreviven a los continuos recortes que sufre el fondo de la colección original de Austral. Y aquí algo muy importante: lo que nos ofrece este libro sigue teniendo una vigencia absoluta, no necesita internet ni móviles ni ninguna referencia a la tecnología actual porque los cuentos están hechos con la fibra de la literatura, la que se pone por encima del tiempo. Este es un libro clásico.





El libro contiene distintos tipos de estructuras literarias, distintos narradores, distintos subgéneros literarios … incluida la metáfora visual a partir de imágenes que cuentan, incluidas las alteraciones gráficas de letras destacadas en otra tipografía (fuente y cuerpo), llegando al texto escrito invertido: de derecha a izquierda.




 

En una primera lectura, son seis cuentos y los dibujos de unas palabras según lo que significan. Cuentos de historias que atrapan, con intriga o con humor o con sorpresa. Pero, ¿cómo se lee la historia de un perro, enamorado de la luna, que tiene que aprender a ladrar, que da los lametones más inmensos, que prefiere pasar la noche a la intemperie y que termina subiendo por una escalera larguísima hacia su amada? Se lee con el asombro de toda historia surrealista, pero a la vez verosímil; se lee con el eco de Rodari y sus disparatados personajes aplaudiendo esta idea; se lee con complicidad con el dueño del perro: narrador en primera persona del relato.





Resulta difícil leer el siguiente cuento, El hombre del saco, sin ver su aspecto teatral: los personajes, los diálogos, las acotaciones, los escenarios fijos para desarrollar la escena, las intervenciones ordenadas, el inicio lento y suave para ir subiendo al cómico enredo del nudo y llegar a un divertido y ocurrente desenlace. Solo faltan los aplausos que los pondrá el lector.





Abracadabra, la tercera historia, es un monólogo del absurdo, piezas de puzle desparramadas por las páginas que, al llegar al final, todo empieza a encajar, a tomar forma y a presentar una situación delirante … de puro delirio. Kalandraka ha “movido” una ilustración que apareció en su origen al principio del relato (y que podía dar una pista sobre lo que se iba a leer) a la portada de esta nueva edición, agudizando así la sorpresa final.





Para el cuarto relato, Miquel Obiols recurre a un género que no se ofrece a los lectores de diez años (edad en la que ya podrían disfrutar mucho de este libro y, por supuesto, para más edad incluidos los adultos) como es la ciencia ficción. En Autopista-17 vamos a encontrarnos con un personaje extraño, un polipstía, que nos va a poner en alerta de que puede ocurrir cualquier cosa en el viaje que la familia protagonista realiza y donde todo parece normal hasta que …





Ahora el libro da un giro o sigue girando, como se prefiera. Nos presenta un relato en porciones desordenadas, Margot, para el que propone un juego que nos lleva a leerlo “en orden”. Pero, ciertamente, también se podría leer tal y como aparece cada capítulo y terminamos con la misma historia. Porque aquí hay un homenaje a la tradición oral, a los cuentos contados por la abuela, a ese realismo mágico del cuento infantil y nada mejor que adornarlo con una suerte de “rayuela” para participar en la historia organizándola. Cortázar para niños. Un guiño, Margot aprende a volar un 14 de abril.





Llegamos ya a las “Garambainas”. No sé por qué en varias reseñas les llaman caligramas. Son dibujos que representan palabras afectadas por su significado, metáforas visuales. A partir de esta idea, la palabra miel se derrama de su tarro, la palabra tren humea sobre los raíles y la palabra cuerda podría amarrarte si se lo propusiera. Hasta 11 palabras son dibujadas por su propio concepto (16 en el original). El título del cuento aparece en el original con las 11 letras rotuladas anchas conteniendo un dibujo, en la edición actual solo son tres de ellas. Y esto no lo entiendo.





En cualquier caso, cada una de estas garambainas funciona como un cuento, basta con hacer alguna pregunta y contestarla mirando este ejercicio plástico, culmen de la complicidad entre el autor y el ilustrador. Ahí tenemos el germen para una historia que inventar: un libro que continúa fuera de sus páginas.




 

Y llegamos al cuento final: Unos cuentos en libertad. Ahí estaba en el titulo original del libro en forma de texto escrito de última a primera palabra siendo esa última en espejo: “TATREBILL EN CONTES UNS” (Datrebil en cuentos unos). Es un cuento denuncia y un cuento enigma. Estamos en 1980 y la idea de libertad es tan nueva que no se cree duradera o al menos no todo lo extendida que ya debiera. Por lo que cuentos como estos podrían encontrar críticos deseando arruinarlos, como esa inspectora de educación que encontré entonces y que no quería que se les contasen “tonterías” a los niños: ella podría haber sido una de las que cogieran una antorcha para quemarlos, como ocurre con algunos de los cuentos; o esos censores que se mantenían en televisión podrían ser los que irían con cubos de agua a desbaratar a otros de ellos. Pero afortunadamente el pequeño se libra, vuela en libertad (aunque con prudencia: datrebil) y se ha mantenido contándolo todo por muchos años, ahora gracias a Kalandraka más de 40 años después … y ojalá siga.





¿Cómo podría el autor esconder a este séptimo cuento, el único que se salva de la ignorancia de quienes los atacan, de su odio a lo diferente, de sus deseos de que nada cambie? Pues escribiéndolo de derecha a izquierda, lo que se llama escritura en espejo. Pero para que el cuento pueda llegar a todos los que sí están preparados para escucharlo, hacía falta precisamente eso: un espejo. Espasa Calpe lo incorporaba como una página del libro, que habría que arrancar para también poder leer las dos últimas páginas. Kalandraka ha optado por una cartulina plateada que casi cumple, pero la mejor opción es acercar el libro a un espejo y leer todo el dramatismo que esconde este pequeño y último cuento final que, en aquel entonces y ahora donde vuelve el odio, tiene tanto que contar.




 

LAS ILUSTRACIONES

A lo largo de la reseña hemos podido disfrutar de muchas de las ilustraciones del libro. Son parte consustancial de la obra porque Miguel Calatayud también pinta y dibuja diferente. Esa combinación de líneas rectas con líneas orgánicas, esos ritmos al incluir algún elemento que se repite una y otra y otra vez, esa profusión de detalles para un escenario para luego ofrecer al personaje como elemento único en la página en blanco, esa capacidad para interpretar y a veces reinterpretar lo que dice el autor, esa distorsión entre el tamaño de las cabezas y los cuerpos poniendo el interés en la sustancia del personaje … No solo coinciden en el nombre escritor e ilustrador, digamos que también en cierta forma de apellido.




 

El libro original contenía un total de 44 ilustraciones en blanco y negro. Kalandraka ha cambiado alguna de sitio, sin que afecte a las historias y ha suprimido 5 de ellas. La gran ganancia es el aumento de tamaño, ya que el dibujo crece al crecer la hoja del libro, y el color. No acredita esta última edición quién ha realizado el color, claramente digital sobre la obra original, tal vez porque pueda haber sido el propio Calatayud. Pero también aquí hay maestría: se mantienen a dos tintas las escenas menos luminosas de cara a la historia, cobrando más colorido y variedad aquellas que el relato lo aconseja.




 

EL AUTOR




 

En esa reseña podemos ver qué cuenta la editorial Kalandraka del autor. Podemos añadir que casi farmacéutico se pasó a estudiar filología, que se rodeó de escritores muy destacados, que la docencia fue en colegio e instituto, que se casó y tiene dos hijas y ahora tres nietos … pero sobre todo un gran compromiso con el lenguaje y la imaginación, experimentando en cada una de sus posibilidades, inventando por caminos no recorridos que van abriendo puertas a otros y que, alimentado por el legado de Rodari, ha creado escuela para muchos que vendrían después.




 

En los ochenta, yo me “tragaba” mucha televisión infantil, especialmente dibujos animados, para ver qué veía mi alumnado y utilizar a los personajes más populares para trabajos escolares. Ahí descubrí “Planeta imaginario” que me pareció algo absolutamente nuevo, inteligente, creativo, no un programa que como era para niños estaba idiotizado (“Un globo, dos globos, tres globos”, “La cometa blanca” …) sino que estaba dirigido a niños y niñas a los que estimular la fantasía y la apreciación por el arte. Pero había una gran pega: el programa estaba realizado en catalán y para la versión española se había traducido … con muy pocas ganas. Entonces había un desajuste entre audio y video que quitaba mucho atractivo para los pequeños. Una pena. No estoy seguro de que después se haya vuelto a hacer un programa de esa calidad.




No era el único detrás del programa, pero era quien le dio ese espíritu innovador.

 

NOTAS

En este vídeo, un booktrailer de la editorial.

En esta página la web del autor.

Interesante artículo sobre el ilustrador en este texto de Antonio Ventura.

El “Programa más o menos multiplicado o dividido” (también llamado P + o - x o %) fue un programa de televisión infantil creado por Miquel Obiols, que emitió Canal+ entre 1996 y 1999.

En la web de la Asociación de escritores en lengua catalana hay una reseña biográfica del autor.

La traducción del catalán que presenta Kalandraka es la misma que Espasa Calpe, la de Angelina Gatell, que supone todo un gran trabajo al enfrentar una obra con el lenguaje como herramienta de creación literaria y fantasía.

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