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viernes, 31 de mayo de 2024

Un pez es un pez (R)

 



Hace algún tiempo dedicamos una entrada para hablar de tres álbumes de Leo Lionni junto con el libro autobiográfico “Entre mundos”.


Hoy aprovechamos la presentación de esta nueva publicación entre los rescatados por Kalandraka, para fijarnos un poco más en el conjunto de sus libros.

Lionni recibió en 1984 la Medalla de Oro del Instituto Americano de Artes Gráficas, aunque debería ser de las Artes Plásticas ya que también fueron destacados sus trabajos con distintos materiales dando lugar a esculturas muy interesantes. En cuanto a las técnicas empleadas para dibujar y colorear, probablemente no le faltó ninguna por trabajar de las que en aquellos momentos podía disponer: collage, estampación, coloreado a pastel y rotulador, aguada, fotomontaje… También experimentó con distintos tipos de papel y otros muchos soportes como telas, piedras, conchas, maderas…

Si bien se limitaba a un álbum infantil por año (pocas veces fueron dos), pudo experimentar con técnicas y materiales en muchos de ellos y así están el ratón Frederick, con papeles y cartones recortados, y  los pececillos que rodean a Nadarín todos clonados por la estampación, por poner dos ejemplos.


En el caso de “Un pez es un pez”, ha mezclado técnicas donde destacan los dibujos coloreados con acuarelas y pastel (tal vez incluso acrílicos) y las superficies con ceras sobre algunos materiales (se adivinan telas o rafias) para producir texturas diversas. En conjunto, un ejercicio plástico con un resultado que se mueve entre un planteamiento clásico y una impronta moderna que podría pasar por una obra absolutamente contemporánea. La primera publicación fue hace más de 50 años.


Pero si actuales resultan sus trabajos en cuanto al aspecto gráfico, más me lo parecen en cuanto al contenido, especialmente a la definición de los personajes.

Me preocupan ciertos libros modernos en los que se defiende que todo el mundo puede hacer de todo, en los que cualquiera puede conseguir lo que quiera con esfuerzo, o es con la ayuda de los demás solidariamente que logra lo que se proponía, que de por sí no entraba en los planes de la Naturaleza el conceder.

Leo Lionni presenta unos protagonistas muy carismáticos, que llenan las historias y a los que no les hace sombra la posible presencia del antagonista y que pone al resto de los personajes a su servicio para completar lo que nos quiere contar. Personajes hechos de argumentos y verosimilitud.

El escritor los sitúa, casi en todos los casos, buscando su identidad; los llena de curiosidad y de atrevimiento para querer saber, para querer descubrir; y nunca los castiga por ello (como ocurre en las fábulas clásicas). Solo que, al final, la solución está dentro de la lógica natural del personaje, sin aspavientos ni artificios. Sin milagros.



En el caso de “Un pez es un pez”, Leonni opta por dos personajes y ofrece así las dos vías por las que el desarrollo natural definirá el futuro de cada individuo. Por un lado, el llevar adelante esas posibilidades de transformación, de mejora, de búsqueda, de realización en empresas que uno se trace; por otro lado, el conocer los límites personales y no querer sobrepasarlos porque carece de sentido. Todo esto con la metáfora del renacuajo y el pez (en principio parecen lo mismo, el punto de partida personal), la evolución de uno hasta llegar a ser rana y el desarrollo del otro hasta –simplemente y nada menos- hasta crecer y asumir que cada uno es como es.


Nada más nos queda hacernos una pequeña lista para ir anotando los Leo Leonnis que ya tenemos y ver los que nos faltan. En este blog:




 

 

 

miércoles, 29 de mayo de 2024

La FLAUTA del sapo (R)

(Como siempre, para leer bien los textos de los recuadros, picar sobre ellos)


Hace un tiempo pudimos presentar este libro en la Librería Plastilina , acto que recoge en Instagram donde muchos seguidores pueden asistir a estas presentaciones tan frecuentes.

Y lo hacíamos de la mano de la antóloga que ha puesto tanto interés en este libro dada su admiración por el autor, diría que también por la editorial y, después de este, seguro que también por el ilustrador.


Vayamos por parte. Intentemos acercarnos a una línea del tiempo del escritor que presenta algunas discrepancias según las fuentes biográficas que consultemos.

(Para una apasionada reseña biográfica, este artículo de Alfonso López Alfonso en EL TOUS PA TOUS)



A la vista de estos datos y fechas, a la vista de su participación con la República en las Misiones Pedagógicas, se exilia porque de otra manera podría haberle costado la vida. De hecho, pertenece a esos inspectores de educación que tuvieron que hacer prácticas de maestro para tener un conocimiento auténtico de la realidad educativa: “Estas prácticas obligatorias daban una garantía de conocimiento de la escuela que para nada tenía que ver con el modelo de inspección franquista que vino después”, me comenta un inspector amigo.

Ya se sabe, maestro y republicano en manos de Pemán… feo, feo.


En nuestro encuentro de presentación, preguntamos a María Jesús Ruiz: ¿es Alejandro Casona un autor de la Generación del 27?

Sí lo es. En Madrid tiene contactos con Lorca y los poetas que conformarán la generación del 27. De hecho “La flauta del sapo”, de la que hace unos cincuenta o sesenta ejemplares con una imprentilla que tenía en la escuela (única edición de este libro hasta esta nueva publicación, habiendo aparecido el poemario incluido en un libro de leyendas en México hace años), se la dedica a Lorca reconociendo su deuda estética y su deuda poética. Sí estaba en la Generación del 27, como estaba tanta gente (Concha Méndez, Maruja Mallo…) que se va al exilio; a nosotros, ya a partir del año 70, nos llega una generación muy adelgazada: conocemos a Lorca, a Alberti y poco más. Pero la Generación del 27 es muy amplia.

Volviendo a “La flauta del sapo”, esa primera edición artesanal por parte de Casona es muy difícil de conseguir:


Le preguntamos ahora por el trabajo realizado como antóloga.

Me he sentido muy libre y he hecho lo que he querido. Creo que en el original eran 18 poemas. Yo me quedé deslumbrada con Casona hace casi 20 años, cuando descubrí por azar su lado republicano, ya que se había elaborado una imagen bastante cutre de este escritor y no es la que debiera. Por un lado, por ese franquismo en el que él presenta sus obras cuando vuelve y por otro lado por la crítica de la izquierda que no le perdona ese olvido del pasado (aunque luego rectificarán reconociendo que había que haber vivido lo que ellos para entenderlos). Me deslumbró Casona cuando me regalan una edición (argentina) de “La molinera de Arcos”.


Aquí, María Jesús Ruiz se volcó en elogios a esta obra por su origen entroncado con el romancero y por su valor progresista, feminista, con un contenido moderno “al que todavía no hemos llegado” … Queriendo editar esta obra, se fue a Asturias y se puso en contacto con los herederos, concretamente con su sobrino. Y resultó un encuentro muy satisfactorio asumiendo el compromiso de que había que conseguir que los editores publicaran de nuevo su obra.

¿Y sedujiste al editor de Diego Pun?  


Yo llevaba tiempo queriendo publicar La flauta del sapo, con esa pedagogía krausista, maravillosa, de amor a la naturaleza… Me había dirigido a dos o tres editoriales y no me habían hecho caso. En 2019, antes de la pandemia, coincido con una serie de personas, en México, en un seminario de investigación de los exiliados literarios del treinta y nueve, y allí están los editores de Diego Pun que me hablaron de querer editar poesía infantil y juvenil, pero no de la que se edita actualmente sino de aquellos krausistas que revolucionaron la pedagogía. Con lo cual vio la luz este libro.


La poesía que se edita para niños o es moderna o es de los “clásicos” muy sonados, y solo en un par de editoriales. Luego esto era un paso muy valiente para una editorial. Siendo además esta una poesía muy alejada de la rima fácil, o de la poesía actual urbana, ya que es una poesía bucólica, muy ligada a la naturaleza… preciosista. Además, algunas metáforas, contextos, situaciones… se escapan a los niños lectores.

Luego es un libro con muchos lectores potenciales, de interés para muchas edades distintas. A ningún adulto se le va a caer el libro de las manos y los niños tendrán su propia primera lectura y con un acompañamiento magnífico que se ha conseguido en la ilustración.


Al hablar de la ilustración, vuelve a aparecer el trabajo de María Jesús Ruiz.

El poema que lleva el nombre de Frutas pertenece a uno más extenso, pero yo quería resaltar esos seis versos porque me parecen de una fuerza considerable, una imagen potente que Federico Delicado ha sabido plasmar perfectamente. 

Es como decir que Federico ha entendido esta obra de Casona interpretando las alegorías y las metáforas con esa luz y esa evolución en su trabajo que está mostrando un sello personal, distinto a la mayoría de la ilustración reciente completamente repetitiva del texto y repetitiva en su aspecto formal.


El libro es una obra bucólica, romántica, que oye y recoge episodios del folklore (de ahí también esa admiración de María Jesús); que tiene esos aires de revolución educativa de su época en el amor a la naturaleza; que es memoria de la infancia del autor en sus olores, colores vientos…; que nos transmite el miedo a la tormenta, el regocijo de la fruta, la pena de la fuente seca… 


María Jesús Ruiz es Doctora por la Universidad de Cádiz, donde es profesora Titular de Literatura Española. Investigadora veterana y reconocida del folklore.

También de Federico Delicado en este blog: 

Escritos en el mar  

La huida de Peggy Sue