Hace algún tiempo dedicamos una entrada para hablar de tres álbumes de Leo Lionni junto con el libro
autobiográfico “Entre mundos”.
Hoy
aprovechamos la presentación de esta nueva publicación entre los rescatados por
Kalandraka, para fijarnos un poco más en el conjunto de sus libros.
Lionni
recibió en 1984 la Medalla de Oro del Instituto Americano de Artes Gráficas,
aunque debería ser de las Artes Plásticas ya que también fueron destacados sus
trabajos con distintos materiales dando lugar a esculturas muy interesantes. En
cuanto a las técnicas empleadas para dibujar y colorear, probablemente no le
faltó ninguna por trabajar de las que en aquellos momentos podía disponer:
collage, estampación, coloreado a pastel y rotulador, aguada, fotomontaje… También
experimentó con distintos tipos de papel y otros muchos soportes como telas,
piedras, conchas, maderas…
Si bien se
limitaba a un álbum infantil por año (pocas veces fueron dos), pudo
experimentar con técnicas y materiales en muchos de ellos y así están el ratón
Frederick, con papeles y cartones recortados, y los pececillos que rodean a
Nadarín todos clonados por la estampación, por poner dos ejemplos.
En el caso de
“Un pez es un pez”, ha mezclado técnicas donde destacan los dibujos coloreados
con acuarelas y pastel (tal vez incluso acrílicos) y las superficies con ceras
sobre algunos materiales (se adivinan telas o rafias) para producir texturas diversas.
En conjunto, un ejercicio plástico con un resultado que se mueve entre un
planteamiento clásico y una impronta moderna que podría pasar por una obra
absolutamente contemporánea. La primera publicación fue hace más de 50 años.
Pero si
actuales resultan sus trabajos en cuanto al aspecto gráfico, más me lo parecen
en cuanto al contenido, especialmente a la definición de los personajes.
Me preocupan
ciertos libros modernos en los que se defiende que todo el mundo puede hacer de
todo, en los que cualquiera puede conseguir lo que quiera con esfuerzo, o es
con la ayuda de los demás solidariamente que logra lo que se proponía, que de
por sí no entraba en los planes de la Naturaleza el conceder.
Leo Lionni
presenta unos protagonistas muy carismáticos, que llenan las historias y a los
que no les hace sombra la posible presencia del antagonista y que pone al resto
de los personajes a su servicio para completar lo que nos quiere contar.
Personajes hechos de argumentos y verosimilitud.
El escritor los
sitúa, casi en todos los casos, buscando su identidad; los llena de curiosidad
y de atrevimiento para querer saber, para querer descubrir; y nunca los castiga
por ello (como ocurre en las fábulas clásicas). Solo que, al final, la solución
está dentro de la lógica natural del personaje, sin aspavientos ni artificios.
Sin milagros.
En el caso de “Un pez es un pez”, Leonni opta por dos personajes y ofrece así las dos vías por las que el desarrollo natural definirá el futuro de cada individuo. Por un lado, el llevar adelante esas posibilidades de transformación, de mejora, de búsqueda, de realización en empresas que uno se trace; por otro lado, el conocer los límites personales y no querer sobrepasarlos porque carece de sentido. Todo esto con la metáfora del renacuajo y el pez (en principio parecen lo mismo, el punto de partida personal), la evolución de uno hasta llegar a ser rana y el desarrollo del otro hasta –simplemente y nada menos- hasta crecer y asumir que cada uno es como es.
Nada más nos
queda hacernos una pequeña lista para ir anotando los Leo Leonnis que ya tenemos
y ver los que nos faltan. En este blog:
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