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sábado, 6 de julio de 2024

Mesa redonda… con “esquinas”, en la Preferia del Libro de Cádiz

 En el artículo anterior, sobre la Feria del Libro de San Fernando, apuntaba mis ganas de seguir algo de la Feria del libro de Cádiz y luego apuntar algunas ideas que podrían sumarse a estos eventos. Una que tenía en mente era la de que las bibliotecas participaran y, mira por donde, la Biblioteca Adolfo Suárez de Cádiz había organizado una actividad adelantándose a la celebración de la feria gaditana dentro de lo que vinieron en llamar la Preferia del Libro de Cádiz.



El título resultaba muy atractivo, porque mucha gente cree que leer literatura sirve para aprender historia, especialmente los pequeños. Nada más lejos de la realidad. La literatura, si la ficción está bien documentada, puede darle al lector aspectos del contexto histórico del que se hable, pero también puede inculcarle errores cognitivos importantes que luego son difíciles de borrar de su imaginario, por lo que hay que enfrentarse a la ficción como tal, sin más pretensiones.



Creer que estos libros pueden servir para aprender historia, donde un joven Leonardo da Vinci es de la misma pandilla que la Joven Isabel I de Castilla entre otros, es un error de mucho bulto. De hecho, algo característico de la Literatura Infantil y Juvenil es la ilustración, y a veces estos dibujos han llevado a crear una imagen de la historia contada de distorsionada a incluso opuesta con su intención original. Si la princesa de los cuentos representa al niño o la niña que está protegida por unos padres, los reyes, en un lugar seguro, un castillo, las ilustraciones románticas las convirtió en tontas de color rosa con vestidos que les impiden moverse.



El colmo de los colmos es el caso de Hansel y Gretel, una historia de mujeres empoderadas (niña incluida) donde las ilustraciones de cubierta siempre representan al niño llevando de la mano a la niña, incluso en el título va delante él que ella, cuando va a ser Gretel la que corte todo el bacalao de la historia. 



Incluso en este caso, tampoco importan aquí los géneros, porque no se trata de quién es sino de qué representa cada personaje, el valor del arquetipo. Y aquí hay que recordar la singular predilección por el cuento de Cenicienta (se sea niño o niña) ya que es un personaje que nos permite conducir nuestros sentimientos de celo respecto a los hermanos y hermanas, sentimientos universales. Pero para cargarse esta función real e importante del cuento, ya digo, está una ilustración desacertada, un feminismo no reflexivo y Disney, que ha malconducido a generaciones de espectadores de sus películas. Por eso no es de extrañar que el historiador presente en esta mesa redonda aludiera a los cuentos de los Grimm como algo que hoy habría que cambiar, por su contenido machista “como el caso de Rapunzel”. ¡Ay, que pronto se habla del tema!



Volviendo entonces a la mesa redonda, pareció que a la moderadora no le dijeron el tema, solo que se iba a hablar de Literatura Infantil y Juvenil porque solo por el historiador en un único momento se aludió a lo de “la Historia a través…”. Y así fue que se habló de LIJ pero sonaba todo a muy antiguo: que dónde estaban las separaciones entre infantil, juvenil y adulto; que qué tenía que tener la LIJ para que fuera de calidad; que para qué se escribe; que qué había que hacer como mediadores; que si los canales de las redes sociales son beneficiosos o perjudiciales para la lectura… 



La mesa estaba bien pensada. Mirando la fotografía, de izquierda a derecha, hay una escritora, una docente y bibliotecaria de centro, una editora, una profesora universitaria de Didáctica y un historiador. 

Voy a recoger algunas aportaciones de las distintas personas de la mesa, hechas en momentos distintos y, con el peligro de estar fuera de contexto al ser entresacadas del coloquio, atendiendo a distintas preguntas o intervenciones de otros asistentes (de la mesa y del público que fue escaso pero participativo).



Ana Mayi, la editora (en el centro), como moderadora introdujo el tema buscando una definición de Literatura Infantil y Juvenil y expresando que era un debate aún abierto: “hay que reconocer su potencial no solo como elemento pedagógico sino también como posibilidad de disfrute”. Bien sabido que es justo lo contrario: la literatura es un vehículo de disfrute, de pasarlo bien leyendo (o escuchando) y, tangencialmente, tiene otras aportaciones para el lector, que no son precisamente pedagógicas.

Como moderadora, leyó algunos apuntes sobre otras tantas reflexiones y planteaba a los demás preguntas que irán apareciendo a lo largo de las respuestas que se van mostrando según la intervención. Se le vio con buena voluntad, habiendo preparado la mesa, pero un tanto desordenada en el cuestionario que fue planteando.



Belén Pérez Daza, escritora, opinaba que la literatura juvenil era algo inventado recientemente, a diferencia de la infantil que existe desde hace mucho tiempo.  Se basaba en las obras “juveniles” que existen de gran calidad que son leídas por muchos adultos y que algunos de los títulos que hoy se consideran juveniles han sido apropiados por los jóvenes cuando su destino eran los adultos, de tal forma que “si alguien le llevara a un editor Gulliver, lo publicaría para jóvenes”. No caía tal vez en las transformaciones que sufrieron libros como ese, como Robinson o tantos otros, para que pudieran llegar a los jóvenes. Difícilmente un editor publicaría hoy (de hecho, no lo hacen) los viajes 3 y 4, con los complejos Houyhnhnms este último.

Pensaba que no hay que obligar al joven a que lea, sino que hay que cuidar que lo que lea sea bueno. Habló de cómo para las chicas se había desarrollado mayoritariamente una novela de romances y de cómo en general era una narrativa “rápida”, de hechos que se suceden atropelladamente, respondiendo a la forma en la que los jóvenes consumen las imágenes.

Fue quien respondió a la pregunta “para qué se escribe”, manifestando que era porque, en primer lugar, se lo pasaba bien, por cómo disfrutaba documentándose y construyendo el relato. Luego, claro, “para que me lean”.



Eva Sánchez Arjona, profesora de Didáctica de Lengua y Literatura, es la que tuvo una participación tal vez más técnica. Le tocó poner las fronteras por edades, reconociendo que hacían falta unos criterios básicos para organizar libros en bibliotecas y librerías, pero defendió que las divisiones las marcan las etapas personales, que se daba un gran error al utilizar la edad biológica (lo que pasa en los colegios al ser todo el grupo de la misma edad) debiendo apuntar a la edad psicológica. Y poner intentar establecer unos márgenes, haló de la infancia psicológica de 0 a 11 años y de la adolescencia psicológica de 12 a 16 años.

De cara a hablar de libros adecuados, apuntó que para los primeros lectores el continente (aspecto, color, ilustración…) era fundamental y que, en general, un libro de calidad sería el que no dé una lectura plana, el que permita leer entre líneas, sacar algo más de lo que simplemente aparece. Como el caso de la intertextualidad, que relacione, que lleve a otros libros.



Francisco Javier Ramírez Muñoz es doctor en Historia y cuenta con ciertas investigaciones y publicaciones. Estuvo acertado al exponer que siendo la Historia un hecho real pero que podía ser modificado por quien lo contaba y que siendo el niño maleable, al no disponer aún de juicio crítico, la Historia podría servir de adoctrinamiento con una tendencia ideológica concreta. Coincidía con los demás en que poner las líneas divisorias en la edad de lectura de un libro era por comodidad, como ocurría al diferenciar las etapas históricas por un momento concreto, se usa un hecho histórico concreto pero situar el cambio de una edad a otra es mucho más complejo, claro.



Colocada entre la moderadora y la escritora, un poco más atrás incluso, como con cierta timidez (aparente), estaba Pilar Segura Gallardo, maestra y bibliotecaria del CEIP Josefina Pascual. Para mí hizo los comentarios más rotundos y certeros. Definió al libro infantil como: “Primero, un libro que el niño entiende; segundo, un libro que le gusta. Y es a partir de aquí desde donde podemos animarles”. Opinaba que el mediador tiene que mostrarles y que aprendiesen a distinguir entre lo que puede ser real y lo que es ficción. Más que una imprescindible calidad literaria le pide al libro que guste, que enganche a la lectura porque lo fundamental en un libro “es que tiene que llegar”.

Ante la pregunta de la moderadora sobre quiénes eran los prescriptores de lectura en la actualidad a cuenta de las redes (algo que parecía no tener muy claro, la relación entre nuevas tecnologías y lectura), Pilar Segura manifestaba que todo era una herramienta y que lo importante era un buen uso (e hizo una acertada comparación con un martillo).  Su alumnado se graba y recomienda libros, desarrollando espíritu crítico, y estaban en la línea de ponerse a hacer book-trailers. Por lo que, concluía, el uso de las redes puede ponerse del lado de los lectores.



Con diversas intervenciones del púbico que también expresaba su opinión, la mesa tuvo una duración de algo más de una hora en el agradable entorno del patio de la Biblioteca Adolfo Suárez, en una reivindicación de su bibliotecaria de que “extramuros también existe”. 

En resumen, una buena iniciativa que necesita de algo más de preparación, de concretar el tema para no picotear de un lado para otro, de más difusión de la convocatoria (tal vez en periodo lectivo para hacerlo llegar a padres y madres a través de las escuelas), y de una línea de continuidad que suene a tertulias frecuentes y no a algo aislado.


sábado, 22 de junio de 2024

Feria del Libro de San Fernando 2024


Uno es del lugar donde vive, sin que tenga que renunciar a otros orígenes, cuna y vecindades. De Cádiz, de Jerez, un poco de Nueva Jarilla… y ahora de San Fernando. Y aquí que me voy a la Feria del Libro y ¡qué sorpresa tan grata!

En esa plaza espectacular que es la Plaza del Rey, donde se encuentra el Ayuntamiento, se ha creado un espacio entre los quioscos de libreros y entidades, la zona de lectura y la zona de encuentro con autores: sillas para el público y plataforma para los invitados.

Un lugar para desarrollar una programación que, ¡guau!, está dedicada a una librería local. Y es que la Librería Bozano ha cumplido 100 años de presencia ininterrumpida desde la pequeña tienda con la que empezó hasta el generoso local que es hoy en la calle Rosario y otro tanto de una sucursal en plena calle Real.




Por eso el día de la inauguración hubo un lugar importante, de una hora, para que Francisco García Barroso (titular actual de esta librería que cede su protagonismo a su hija Cristina) conversara con Juan Manuel Fernández, antiguo propietario de la Librería Manuel de Falla, en Cádiz, recién jubilado. Una charla amistosa, entrañable y llena de saberes alrededor del libro, que mantuvieron con la presencia de Daniel Heredia quien está coordinando todas las actividades de la Feria.

Entre la anécdota y la reflexión, la confianza en el futuro del libro, la relevancia cultural de las librerías, los recuerdos de tiempos difíciles, la importancia de “la mili” para la librería, el empezar limpiando cristales, el diario España de Tánger, los libros de la Editorial Losada, censura y quema de libros… y tantas cosas, con la complicidad de un público que respondía con sonrisas, emoción e interés, discurrió esta conversación que ponía un broche muy especial al día de la inauguración.




Al día siguiente comenzaban las mañanas, pensadas para escolares y con un espacio anexo al de la Feria, un lateral bajo unos toldos y con un montón de cojines para escuchar a un invitado de lujo: Pepe Maestro.

Esos espacios abiertos dan lugar a que haya más asistentes de los que están citados, y así se reunió medio colegio con edades muy dispares. Pero el escritor gaditano es un enorme comunicador consiguiendo la atención de todos: a veces, aunque algunos no pudieran seguir la historia contada, es el gesto, la entonación, un objeto y, sobre todo, su capacidad para conseguir que interactúen con lo contado, repitiendo coletillas o gestos y haciendo a todas y todos partícipes y protagonistas del encuentro. 

El profesorado que acompaña a este alumnado, al terminar, se va acercando poco a poco Pepe Maestro y le van agradeciendo su actuación y reconociendo su arte y habilidad para tenerlos atrapados durante el buen rato que emplea, incluidas las “prorrogas” que añade según las últimas peticiones de algunos de los asistentes.



Pero, sin duda, el fuerte de esta feria son las presentaciones de libros, a veces quien escribe con quien edita, escritor y amigo, escritora y conocedor de su obra… En forma de diálogos, con preguntas y respuestas, nos vamos enterando de las mimbres con las que está trenzado cada libro presentado.

Me ha gustado especialmente la del libro “Las muertes de Federico”, una obra muy particular que se pasea entre el ensayo y la literatura. Miriam García tuvo una presentación de la obra y del autor muy acertada ya que se posicionaba en lo que le había gustado provocando la intervención del escritor, Manuel Bernal Romero, que puntualizaba, contextualizaba, añadía, descubría y seducía al buen grupo de oyentes para la lectura de este libro.




Manuel Bernal es profesor de Lengua y Literatura y un investigador incansable de la Generación del 27. Tiene numerosos libros publicados alrededor de distintos autores, incluido Lorca, y llega a este título con una perspectiva muy interesante: darle cuerpo narrativo a cada una de las siete hipótesis sobre la muerte de Federico, de entre otras muchas que existen, de las que él cree que pudiera haber sido posible alguna de ellas. Y en una segunda parte del libro recoge testimonios sobre el poeta granadino por parte de un buen número de escritores y escritoras, con numerosas elegías de los mismos y textos en prosa que aseguran mágicos momentos de lectura.




Para colmo de buena e interesante presentación, el acto estuvo “ilustrado” con las intervenciones de Ignacio Pérez (canto y guitarra) y Mario Benicio (canto y recitado) que mantienen vivos los poemas de Lorca. Y es que de eso se trataba, como explicaba el escritor citando una reflexión de Pedro Salinas: quienes quisieron acabar con Federico García Lorca no pudieron, mientras ellos están “irremediablemente muertos” el poeta “salió vivo del crimen”. 




Y si Lorca estuvo vivo en esta Feria, no menos lo estuvo el poeta Miguel Hernández, a quien se le dedicó un magnífico homenaje. Hasta ocho personas participaron en ello con distinto papel dando lugar a una hora y cuarto de datos, conocimientos, emociones, reivindicación, literatura, música, dramatización, recitado… Todo ello a partir del serial de podcast sobre la vida y obra de Miguel Hernández, “Imagen de mi huella”, promovidos por Cadena SER en cuya web podemos encontrarlo. 

Se trata de un trabajo dirigido por el periodista Pedro Espinosa, quien lo ha traído a San Fernando en este formato pluridisciplinar, contando con la participación de Carmen Alemany (experta en M. Hernández y que clasificó los manuscritos que guardara y protegiera la viuda del poeta) y con Juan José Téllez, periodista y poeta y que fue comisario de la exposición que con este material y otros muchos ha recorrido distintos lugares del mundo. 


      


Con la fluida, precisa y acertada participación de Espinosa, que contextualizó y describió el podcast y daba pie a las intervenciones, ambos expertos contaron muchos aspectos sobre estos materiales, sobre la situación actual del legado del poeta, sobre datos de la vida del poeta y su esposa… que en distintas ocasiones fueron “revividos” con las lecturas de textos de forma dramatizada por Susana Rosado (como Josefina), Ángel Quiñones (como Miguel) y José Luis Suárez (como Vicente Aleixandre), mientras una delicada música los acompañaba de la mano y teclado de Benjy Montoya, autor de la banda sonora de este serial “Imagen de mi huella”.


          


Para remate final, Juan José Téllez eligió y recitó “Para la Libertad”, Carmen Alemany la “Elegía a Ramón Sijé” y Espinosa eligió las “Nanas de la cebolla” que, en vez de recitarla él mismo, le pasó el testigo a Amanda Real que cantó el poema acompañada por B. Montoya, terminando así con un encuentro que llenó todas las sillas preparadas para el público pero que también había formado un corro de asistentes que permanecieron de pie atentos ante tan hermoso, justo e interesante homenaje.




Hasta aquí mi crónica de esta Feria del Libro. Quiero asistir a algún evento de la de Cádiz, y luego pensaré en qué quitaría, qué pondría y qué cambiaría en un evento como este, que algunas ideas ya hay.




sábado, 1 de junio de 2024

¡Bienvenido a casa, CASTOR! (R)



Un álbum con muchas posibilidades, de la lectura al juego, de receptor a creador, de la diversión al aprendizaje… aunque esto último le puede un poco más de la cuenta. 

Como dice el propio autor, la llegada de los hijos y con ellos los libros infantiles, le empujaron a escribir uno propio que se vio seguido de un segundo (en esta misma colección) y luego un tercero. Si añadimos su afición al dibujo y su trabajo de arquitecto, no nos sorprenderá que este libro trate de las distintas construcciones que fabrican los animales como hogar.



Pero, junto a los distintos y variados tipos de casas, hay un hilo conductor a modo de viaje en globo y un sinfín de pequeños detalles (personajes, objetos, acciones…) junto a las construcciones, que invitan a jugar al veo-veo, a encontrar varios elementos iguales, a contar, a inventar historias para las acciones paralelas que se recogen en las ilustraciones…

Dice así la sinopsis: "Castor deja su casa junto al río para buscar aventuras. Cuando se pierde, Akita lo ayuda a encontrar el camino a casa nuevamente, pero ¿cómo es la casa de Castor? ¿Vive en un nido, colgado de un árbol? O en un escondite en ¿el fondo del mar? Castor y Akita parten en un globo aerostático para viajar por el mundo y encontrar el camino a casa”.



Pero, como apuntaba al principio, y tal vez por la misma paternidad que le motivó a hacer el libro, hay un fondo educativo que le pide ser preciso con los entornos, con las faunas y floras de cada uno de ellos y con los datos definitorios de cada construcción. De hecho, al final el libro ofrece un mapamundi en el que recoge los distintos puntos del planeta que han visitado con algunos datos más sobre los animales de cuyas casas ha hablado.



No obstante no es un libro de información dado que los personajes que aparecen muestran situaciones cómicas e inverosímiles que hacen de cada doble página una suerte de diversión asegurada, en la que echar un buen rato disfrutando de tanto detalle: abejas que llenan tarros de miel, termitas como policías de tráfico que dirigen la circulación dentro del termitero, o unos pájaros tejedores en bicicleta.



Así el libro va contando el viaje y las construcciones en una imagen por cada caso en página doble , completamente ilustradas, sin margen para espacios blancos. Tan llenas que no se echa de menos algún posible texto que, no obstante, está pero en un cuerpo de letra muy pequeño (para el tamaño de la doble página) y en forma de pareado más o menos acertado.



Porque un texto original rimado en un idioma, conlleva un trabajo extra en la traducción  que quiera mantener la rima en el nuevo idioma, sobre todo si tiene muchas condiciones puestas: el pareado son dos intervenciones, la del perro que pregunta al castor si esa es su casa y la respuesta del castor; en la pregunta ha de aparecer alguna característica de la casa que observan; en la respuesta tiene que aparecer el nombre del constructor. Por ello las rimas van de sonoras en consonante a muy suaves en asonante.




Insistiendo en la tarea de la traducción, aquí tenemos los dos pareados correspondientes a los dos casos anteriores en la versión de la editorial chilena Zig-Zag (que no acredita el nombre de quien traduce, probablemente porque sea un equipo de plantilla de la editorial).



Ya solo nos queda contar que el segundo título sigue las mismas directrices que este primero. Su reseña dice: “¡Conejito ha perdido su pato de juguete! Entonces con sus hermanos suben a su bote y se dirigen río abajo en busca del patito. Su viaje los lleva desde la cima de la montaña hasta el mar abierto, pero hay muchas otras aventuras para ti”. 



“Bienvenido a casa, Castor” ha sido premiado con:  Kinderboekenweek 2019 kerntitel Grupo 1&2 , en Países Bajos y  Leipziger Lesekompass 2019, selección oficial, en Alemania.

“A lo largo del río” ha sido premiado con: Lista de libros internacionales destacados de USBBY 2021 (EE. UU., 2021) y Finalista de los Kids' Book Choice Awards (Categoría Mejor libro ilustrado 2021)

Ambos se han publicado en conjunto en numerosos idiomas y les esperan nuevas traducciones para otros países que ya compraron sus derechos de publicación.




viernes, 31 de mayo de 2024

Un pez es un pez (R)

 



Hace algún tiempo dedicamos una entrada para hablar de tres álbumes de Leo Lionni junto con el libro autobiográfico “Entre mundos”.


Hoy aprovechamos la presentación de esta nueva publicación entre los rescatados por Kalandraka, para fijarnos un poco más en el conjunto de sus libros.

Lionni recibió en 1984 la Medalla de Oro del Instituto Americano de Artes Gráficas, aunque debería ser de las Artes Plásticas ya que también fueron destacados sus trabajos con distintos materiales dando lugar a esculturas muy interesantes. En cuanto a las técnicas empleadas para dibujar y colorear, probablemente no le faltó ninguna por trabajar de las que en aquellos momentos podía disponer: collage, estampación, coloreado a pastel y rotulador, aguada, fotomontaje… También experimentó con distintos tipos de papel y otros muchos soportes como telas, piedras, conchas, maderas…

Si bien se limitaba a un álbum infantil por año (pocas veces fueron dos), pudo experimentar con técnicas y materiales en muchos de ellos y así están el ratón Frederick, con papeles y cartones recortados, y  los pececillos que rodean a Nadarín todos clonados por la estampación, por poner dos ejemplos.


En el caso de “Un pez es un pez”, ha mezclado técnicas donde destacan los dibujos coloreados con acuarelas y pastel (tal vez incluso acrílicos) y las superficies con ceras sobre algunos materiales (se adivinan telas o rafias) para producir texturas diversas. En conjunto, un ejercicio plástico con un resultado que se mueve entre un planteamiento clásico y una impronta moderna que podría pasar por una obra absolutamente contemporánea. La primera publicación fue hace más de 50 años.


Pero si actuales resultan sus trabajos en cuanto al aspecto gráfico, más me lo parecen en cuanto al contenido, especialmente a la definición de los personajes.

Me preocupan ciertos libros modernos en los que se defiende que todo el mundo puede hacer de todo, en los que cualquiera puede conseguir lo que quiera con esfuerzo, o es con la ayuda de los demás solidariamente que logra lo que se proponía, que de por sí no entraba en los planes de la Naturaleza el conceder.

Leo Lionni presenta unos protagonistas muy carismáticos, que llenan las historias y a los que no les hace sombra la posible presencia del antagonista y que pone al resto de los personajes a su servicio para completar lo que nos quiere contar. Personajes hechos de argumentos y verosimilitud.

El escritor los sitúa, casi en todos los casos, buscando su identidad; los llena de curiosidad y de atrevimiento para querer saber, para querer descubrir; y nunca los castiga por ello (como ocurre en las fábulas clásicas). Solo que, al final, la solución está dentro de la lógica natural del personaje, sin aspavientos ni artificios. Sin milagros.



En el caso de “Un pez es un pez”, Leonni opta por dos personajes y ofrece así las dos vías por las que el desarrollo natural definirá el futuro de cada individuo. Por un lado, el llevar adelante esas posibilidades de transformación, de mejora, de búsqueda, de realización en empresas que uno se trace; por otro lado, el conocer los límites personales y no querer sobrepasarlos porque carece de sentido. Todo esto con la metáfora del renacuajo y el pez (en principio parecen lo mismo, el punto de partida personal), la evolución de uno hasta llegar a ser rana y el desarrollo del otro hasta –simplemente y nada menos- hasta crecer y asumir que cada uno es como es.


Nada más nos queda hacernos una pequeña lista para ir anotando los Leo Leonnis que ya tenemos y ver los que nos faltan. En este blog:




 

 

 

miércoles, 29 de mayo de 2024

La FLAUTA del sapo (R)

(Como siempre, para leer bien los textos de los recuadros, picar sobre ellos)


Hace un tiempo pudimos presentar este libro en la Librería Plastilina , acto que recoge en Instagram donde muchos seguidores pueden asistir a estas presentaciones tan frecuentes.

Y lo hacíamos de la mano de la antóloga que ha puesto tanto interés en este libro dada su admiración por el autor, diría que también por la editorial y, después de este, seguro que también por el ilustrador.


Vayamos por parte. Intentemos acercarnos a una línea del tiempo del escritor que presenta algunas discrepancias según las fuentes biográficas que consultemos.

(Para una apasionada reseña biográfica, este artículo de Alfonso López Alfonso en EL TOUS PA TOUS)



A la vista de estos datos y fechas, a la vista de su participación con la República en las Misiones Pedagógicas, se exilia porque de otra manera podría haberle costado la vida. De hecho, pertenece a esos inspectores de educación que tuvieron que hacer prácticas de maestro para tener un conocimiento auténtico de la realidad educativa: “Estas prácticas obligatorias daban una garantía de conocimiento de la escuela que para nada tenía que ver con el modelo de inspección franquista que vino después”, me comenta un inspector amigo.

Ya se sabe, maestro y republicano en manos de Pemán… feo, feo.


En nuestro encuentro de presentación, preguntamos a María Jesús Ruiz: ¿es Alejandro Casona un autor de la Generación del 27?

Sí lo es. En Madrid tiene contactos con Lorca y los poetas que conformarán la generación del 27. De hecho “La flauta del sapo”, de la que hace unos cincuenta o sesenta ejemplares con una imprentilla que tenía en la escuela (única edición de este libro hasta esta nueva publicación, habiendo aparecido el poemario incluido en un libro de leyendas en México hace años), se la dedica a Lorca reconociendo su deuda estética y su deuda poética. Sí estaba en la Generación del 27, como estaba tanta gente (Concha Méndez, Maruja Mallo…) que se va al exilio; a nosotros, ya a partir del año 70, nos llega una generación muy adelgazada: conocemos a Lorca, a Alberti y poco más. Pero la Generación del 27 es muy amplia.

Volviendo a “La flauta del sapo”, esa primera edición artesanal por parte de Casona es muy difícil de conseguir:


Le preguntamos ahora por el trabajo realizado como antóloga.

Me he sentido muy libre y he hecho lo que he querido. Creo que en el original eran 18 poemas. Yo me quedé deslumbrada con Casona hace casi 20 años, cuando descubrí por azar su lado republicano, ya que se había elaborado una imagen bastante cutre de este escritor y no es la que debiera. Por un lado, por ese franquismo en el que él presenta sus obras cuando vuelve y por otro lado por la crítica de la izquierda que no le perdona ese olvido del pasado (aunque luego rectificarán reconociendo que había que haber vivido lo que ellos para entenderlos). Me deslumbró Casona cuando me regalan una edición (argentina) de “La molinera de Arcos”.


Aquí, María Jesús Ruiz se volcó en elogios a esta obra por su origen entroncado con el romancero y por su valor progresista, feminista, con un contenido moderno “al que todavía no hemos llegado” … Queriendo editar esta obra, se fue a Asturias y se puso en contacto con los herederos, concretamente con su sobrino. Y resultó un encuentro muy satisfactorio asumiendo el compromiso de que había que conseguir que los editores publicaran de nuevo su obra.

¿Y sedujiste al editor de Diego Pun?  


Yo llevaba tiempo queriendo publicar La flauta del sapo, con esa pedagogía krausista, maravillosa, de amor a la naturaleza… Me había dirigido a dos o tres editoriales y no me habían hecho caso. En 2019, antes de la pandemia, coincido con una serie de personas, en México, en un seminario de investigación de los exiliados literarios del treinta y nueve, y allí están los editores de Diego Pun que me hablaron de querer editar poesía infantil y juvenil, pero no de la que se edita actualmente sino de aquellos krausistas que revolucionaron la pedagogía. Con lo cual vio la luz este libro.


La poesía que se edita para niños o es moderna o es de los “clásicos” muy sonados, y solo en un par de editoriales. Luego esto era un paso muy valiente para una editorial. Siendo además esta una poesía muy alejada de la rima fácil, o de la poesía actual urbana, ya que es una poesía bucólica, muy ligada a la naturaleza… preciosista. Además, algunas metáforas, contextos, situaciones… se escapan a los niños lectores.

Luego es un libro con muchos lectores potenciales, de interés para muchas edades distintas. A ningún adulto se le va a caer el libro de las manos y los niños tendrán su propia primera lectura y con un acompañamiento magnífico que se ha conseguido en la ilustración.


Al hablar de la ilustración, vuelve a aparecer el trabajo de María Jesús Ruiz.

El poema que lleva el nombre de Frutas pertenece a uno más extenso, pero yo quería resaltar esos seis versos porque me parecen de una fuerza considerable, una imagen potente que Federico Delicado ha sabido plasmar perfectamente. 

Es como decir que Federico ha entendido esta obra de Casona interpretando las alegorías y las metáforas con esa luz y esa evolución en su trabajo que está mostrando un sello personal, distinto a la mayoría de la ilustración reciente completamente repetitiva del texto y repetitiva en su aspecto formal.


El libro es una obra bucólica, romántica, que oye y recoge episodios del folklore (de ahí también esa admiración de María Jesús); que tiene esos aires de revolución educativa de su época en el amor a la naturaleza; que es memoria de la infancia del autor en sus olores, colores vientos…; que nos transmite el miedo a la tormenta, el regocijo de la fruta, la pena de la fuente seca… 


María Jesús Ruiz es Doctora por la Universidad de Cádiz, donde es profesora Titular de Literatura Española. Investigadora veterana y reconocida del folklore.

También de Federico Delicado en este blog: 

Escritos en el mar  

La huida de Peggy Sue