miércoles, 8 de noviembre de 2023

Los migrantes (R)


No siempre se tiene la suerte de comentar un libro directamente con su autor. En esta ocasión, gracias a la Editorial Kalandraka y a la labor de difusión de la librería gaditana Plastilina, tuvimos un más que grato e ilustrativo encuentro directamente con Marcelo Simonetti, autor de este libro.





Esto permite hacer mi reseña incluyendo aportaciones directamente del escritor, que aparecerán en cursiva. Y para empezar nada mejor que recoger el planteamiento de la obra: cuando acaba la jornada, la maestra les dice que al día siguiente vendrán dos migrantes. 

En los encuentros con niñas y niños que Marcelo está teniendo con la presentación del libro, comprueba que no es una palabra, migrantes, que conozca la mayoría, por lo que el lector puede participar de las elucubraciones de los dos protagonistas.



Y esa es una primera parte del libro y bien divertida: el especular sobre qué será eso de migrante. Al principio, aparecen tres posibilidades: un dulce, una mascota o un juego de palabras. Había más ideas con las que jugar, pero había que crear una tensión, un ir creciendo en interés. Y al escribir desde la recuperación de la memoria personal, de mi yo como niño, elijo esas tres. 

La tercera opción, la del juego de palabras, es algo que aparece en otros libros del autor dado su interés por el lenguaje y sus posibilidades. A veces sin que se plantee como algo muy intencionado acaba surgiendo. Como autor reconoce que esto le ocurre por lo general: escribo con unas ideas de partida y cuando termino encuentro cosas que no estaban pensadas.


Volviendo a los niños, cuando llega la noche, la especulación pierde su parte divertida y aparecen los miedos. Esto repite el proceso desde la ingenuidad del niño a la aparición de los prejuicios de los adultos, el miedo a lo diferente, lo desconocido

En este libro se habla de la relación con los otros, con los diferentes. Pero no se hace de una manera dramática, didáctica, metafórica, dolorosa, denunciante… como tantos libros hacen (algunos son buenos libros como los de la imagen). 

Sino que el tratamiento es singular: se hace desde la negación de la diferencia, tanto que una vez conocidos los nuevos compañeros la palabra ha perdido todo el interés: los migrantes pasan a ser Etienne y Florence y al darles nombre la estructura de los prejuicios se desmorona y estos hermanos pasan a formar equipo con los primeros.

Cuando le preguntaron a Marcelo Simonetti sobre qué era un migrante para él, su respuesta fue contundente: Para mí es la otra mitad, lo que me complementa. Si siguiéramos esa lógica entraríamos en otro tipo de relación con los migrantes.

Y es que el autor quiere insistir en las ventajas de interactuar, de convivir con el diferente y en esas el último renglón del libro es definitivo: “formamos un equipo imposible de derrotar”.

Al hablar con el autor sobre la ilustración, nos contó que cuando escribe piensa en cosas que han de ir apareciendo en la ilustración, pero luego nada de lo que he pensado sale (sonríe). Y creo que es bueno porque el imaginario del ilustrador aporta su punto de vista y el libro termina siendo una obra conjunta. Sé que Manuela, la editora de Kalandraka, se tomó su tiempo para elegir al ilustrador, ilustradora en este caso.

Y solo tenemos que añadir que ha sido un éxito por lo vivas que se ven las imágenes y por los guiños que aporta, como esa mirada al cielo cuando van a entrar en el colegio pensando en que verán a los migrantes, donde se da esa mezcla de miedo y curiosidad.

Pasemos a la composición de la cubierta y contracubierta. Una vez leído el libro, ya sabemos la respuesta a esa imagen de la tapa en la que ambos niños están en sus bicis esperando a… Abrimos el libro completamente y comprobamos todo lo que la historia ha querido transmitirnos.

Los niños de la historia, La Pauli y su hermano, acaparan todo el protagonismo hasta que llegan Etienne y Florence y pasan a compartir por igual el espacio. Los adultos están, pero como si no estuvieran y Maria Girón sabe expresarlo en los dibujos: la maestra ni aparece en alguna ilustración, la abuela está de espaldas a la escena y de la madre vemos su cabeza por detrás mientras conduce llevándolos a la escuela.

El niño es el que narra la historia, pero su hermana es la que piensa y de forma muy especial, dándole oportunidad al autor para seguir con el aire divertido de la primera parte del libro: posturas, gestos, acrobacias… para que las ideas lleguen.

Y para acabar las reseñas de autor e ilustradora con datos que aparecen en la red. La del primero contrastada con él, la de la segunda escrita por ella misma.

(Como siempre, para leer bien los textos recuadrados picar sobre ellos para verlos en otra ventana).

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