domingo, 23 de abril de 2017

Días azules, sol de la infancia (R)

De Marcos Calveiro. Colección Alandar. Editorial Edelvives. Zaragoza.


     Con este título parecía que uno de mis escritores favoritos iba a hablarnos de Antonio Machado. Pero no.



     Marcos Calveiro es un escritor gallego, además de abogado. Aunque parece que buena parte de su tiempo lo pasa con su pareja en el bar que ambos tienen montado en Vigo. Un lugar donde suceden historias, como recuerda del bar de su abuelo donde tanto tiempo pasó oyendo lo que se contaba entre unos y otros, y que seguro ha contribuido a construir su pensamiento de escritor.


     Comprometido con la lengua gallega y su cultura, sus libros nos pueden hablar de cualquier lugar y de cualquier época, pero sobre todo anclados en momento reales, donde se han movido personas reales y han ocurrido hechos reales que el autor teje con la ficción que haya creado, dando una verosimilitud a su obra que dudamos si no será real  lo que nos cuenta. No me cabe duda de que el final de la vida de Vincet Van Gogh es como él la recoge en “El pintor del sombrero de malvas” (Edelvives. Premio Lazarillo 2009). O Casi.


     En este libro que comentamos, “Días azules, sol de la infancia”, el título nos lleva al verso de Antonio Machado, ese que apareciera en el bolsillo de su gabán cuando le sorprendió la muerte en el exilio. No es sino hasta el final del libro donde se habla del mismo, para cerrar la historia. Una historia que habla de pasado, de recuerdos, como ese sol sevillano que evocara Machado en sus últimos días.

     La obra se articula en capítulos donde se alternan rigurosamente dos narraciones: por un lado la historia de Marcos que ante la enfermedad de su abuelo y lo desconocido de su pasado, se pone a investigar su historia; y, por otro, la propia historia de Nicasio, el abuelo, desde su “escapada” de su Galicia natal hasta ese verano del 36 en Madrid. Mientras que el joven Marcos nos lo cuenta en primera persona, un narrador omnisciente  lo hace con la historia del abuelo tanto en presente como en pasado al relatar algunos flash-backs.

     Como siempre, en las obras de este escritor, y en este libro no es menos, aparecen numerosas referencias históricas: la explotación de los jornaleros gallegos en Castilla; los cines y teatros de Madrid (el Capitol, el Maravillas, el Circo Price)  y las películas de la época; el trasiego de los huérfanos tras el golpe de estado del 18 de julio; la Venus Rubia, Marlene Grey, el director y empresario Arturo Carballo, la vedete Tina de Jarque, el director de cine Armand Guerra, y la película que entre todos rodaron: “Carne de Fieras”.  Y el escenario de la guerra, incluido el cartel del “No pasarán”.



Además de alguna breve referencia y poemas de Rosalía de Castro y Machado, el libro tiene una buena parte dedicada a Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí con quienes pasan una buena parte de esos días terribles los abuelos de Marcos. Y con ellos “Platero”. La visita a sus vidas que hace el autor en estos meses de julio del 36 nos da muchas pistas sobre ellos mismos, sus inquietudes, la situación política y cultural del momento, el papel de cada uno en el Madrid de antes y del momento, la urgencia y necesidad del exilio,...




Con todo esto, el libro trata del amor y de la guerra. El amor del abuelo Nicasio y la Abuela Matilde; la guerra entre españoles provocada por la insurrección militar. Y en su paralelo en el presente, aunque como un eco con “menos intensidad”, el amor entre Marcos y Gala (la youtuber que le ayuda en la investigación) y la “guerra” entre los familiares del joven por la herencia del abuelo.

La novela es muy fluida en las dos historias paralelas y en el hecho de alternarlas; es muy rica en detalles y diálogos; es apasionada, comprometida, exigente, inteligente; es a su vez delicada y cuidadosa; es una novela juvenil que gustará también a los adultos que la lean.

¿Y cómo aborda Calveiro el tema de la guerra civil? Es algo espinoso donde los autores que tratan este tema, dirigido a los jóvenes,  suelen situarse desde fuera o a lo sumo en el centro, equidistantes. El escritor gallego  deja claro que no está de acuerdo con el golpe de estado, como germen de todo, ni con la barbarie que acarreó. Y se pronuncia tajante: “En las guerras, la condición humana se pone a prueba, y junto a las muestras más extraordinarias de valentía y desinterés conviven los actos más infames y ruines” (pág. 163).



(Nota: "Días azules, sol de la infancia" es una novela sin ilustraciones. Las que aparecen ilustrando esta reseña han sido tomadas de Internet,)


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