De Joan Manuel Gisbert. Ilustraciones de Mónica Calvo. Narval Editores. Madrid.
Inaudito que comprase este libro hace unos años y no lo hubiese leído entonces, tratándose de uno de mis escritores favoritos.
Y es que los libros infantiles y juveniles de Joan Manuel Gisbert (con la excepción de un título y una actualización al reeditar otro) siempre me han gustado mucho, no ya como crítico de LIJ sino como lector.
En su política como escritor que tiene el grano repartido entre distintos silos (libros y editoriales, respectivamente) el escritor se acerca también a Narval Editores quien, a su vez, en el deseo de llegar a mayor número de lectores ha sabido darle cabida a este escritor. Y el resultado es estupendo.
El libro, físicamente, es un libro bonito y bien hecho: tapas con solapas, fuente de letra inusual (no controlo cuál es pero es muy legible), cuerpo algo más grande de lo habitual y un interlineado y márgenes generosos, que hacen que la lectura sea especialmente cómoda. Más aún, cada capítulo siempre se inicia a la mitad de una página de la derecha (impar) por lo que deja algunas veces la de la izquierda en blanco (más aire) y el detalle de que el título del capítulo y la letra capitular van en verde. Ganas de hacerlo bien. Editores con mimo.
Añadamos que los capítulos son muchos (30) pero cortos, con una ilustración cada dos (15) de ellos. Y si el texto es bueno y las ilustraciones también, tenemos un libro que no tiene edad. Podría ser para pequeños de 8 años (porque la mayoría de las oraciones son simples y coordinadas, abundan los diálogos y el escritor ha evitado las exquisiteces léxicas que aparecen en la mayoría de sus libros) y para cualquier adulto que guste de los cuentos.
Y a eso vamos, a que es un cuento. Gisbert repite reuniendo animales en un bosque (“El talismán que vino por el aire” en Ed. Santillana y “Fabulosa noche de San Juan en Ed. Edelvives, por ejemplo), una situación de partida con suspense (para atrapar al lector), una trama que va complicándose entre lo real y lo mágico, y la llegada a un final donde todo queda perfectamente encajado.
Por el camino nos encontramos los mensajes de este escritor. Por un lado la “ci-fa”. Sí, en vez de ci-fi, ciencia ficción, Gisbert trabaja lo que podría ser la ciencia fantasía. Esto es una imaginación desbordante que va apareciendo poco a poco, se va apoyando en elementos muy creíbles hasta haber montado unos escenarios completamente verosímiles por muy fantásticos que sean. Así se inició en sus “Escenarios fantásticos” hace ya tantos títulos (publicado por Labor en 1979, por SM en 1995, por Oxford en 2010 y recién por Cátedra en 2017).
Esos escenarios están, en este libro, dentro de las maletas. Primero empiezan siendo suposiciones de los personajes que encuentran una de ella, para luego mostrar espacios y objetos de una creatividad, fantasía, imaginación… a la altura del mejor Gisbert.
Por otro lado el diseño de los personajes, con sus fuerzas y debilidades, su capacidad para el esfuerzo y la rectificación, su solidaridad y el poder perdonar. Para hacerlos más suyos, elige animales que no estén asociados a tópicos, cargados ya de prejuicios: no hay zorros inteligentes ni ratas traidoras, alejándose así de la fábula fácil. Por eso aparece la musaraña, el lagarto,… un caracol que se busca las mañas para no ser el lento, una urraca que no roba,… un alce, un jabalí,…
Las ilustraciones son delicadas, a medio camino del realismo evitando "antropomorfizar" a los animales, permitiéndose solo alguna concesión (la camiseta de la musaraña, jersey para el lagarto y la cabra y sombrerito para la marmota) para afectar la monotonía del color del personaje o destacarla en el grupo.
Los personajes aparecen en poses estáticas que las hacen válidas para toda una escena y no un momento concreto. Ir de una musaraña a un jabalí y de ahí a un alce, si se respetan un poco los tamaños no pueden aparecer en una misma página, a no ser que del alce aparezcan (como en la cubierta) solo las astas.
Trazos curvos, paleta de colores alrededor de tonos tierra y alguna imagen metafórica cumplen perfectamente acompañando al texto, dando los elementos suficientes para que los pequeños contextualicen la historia.
Sobre los autores no voy a aportar mucho más que lo que reseña la editorial, ya que en los enlaces podemos obtener mucha información sobre ellos.
Desde 1979 ha publicado más de cuarenta libros. Ha sido galardonado con los premios más importantes del sector: Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, Gran Angular, Barco de Vapor, Edebé, Lazarillo, entre otros. En su obra se mezcla la tradición popular y la fantasía, entendida de una forma particular al margen de modas y tendencias. Ha sido traducido a múltiples lenguas y cuenta con cientos de miles de lectores en todo el mundo.
Ilustradora con una larga trayectoria profesional, reconocida internacionalmente. Tiene un estudio de diseño en el que no solo ilustra sino que diseña piezas para publicidad, y una tienda online en la que vende ediciones limitadas y numeradas de algunas ilustraciones y figurillas de arcilla.
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