Llegamos al final de estas entregas en homenaje a los cien años de Gianni Rodari y el reconocimiento a su labor que, de una forma “introductoria” (como dice en el subtítulo), él nos regaló en la “Gramática de la Fantasía” y que ha vuelto a editar y publicar Kalandraka en España.
Hoy, como remate, no tendremos cuento pero sí vamos a triplicar las técnicas explicadas. Vamos ya pues con el remate en los datos biográficos:
Y ahora las técnicas.
Ensalada de cuentos
Aquí Rodari nos propone que el binomio fantástico lo compongan dos nombres propios conocidos, para formar una nueva historia donde cada uno aporta la suya personal como base para crear la nueva. Así podemos pensar que Pinocho visita a los enanitos de Blancanieves, que Hansel y Gretel se encuentran perdidos en el bosque con el inteligente Pulgarcito.
Por supuesto que podríamos pensar, en plan moderno, que Doramon aparece en un concurso de inventos con el Genio de Aladín.
En este capítulo, Rodari cuenta una anécdota con la que justifica que no utiliza palabras rebuscadas. Tal vez alguien pensó que su lenguaje no era muy exquisito, sin embargo el autor pretende y consigue un ensayo de mucho nivel al alcance de cualquiera.
Una de las ensaladas más grandes es la que nos ofrece Chris Ridell con “Érase una vez un bosque mágico”. Magnífico.
Confundiendo historias
Con esta historia, Rodari cuenta cómo los docentes que la aplicaban intentaban descubrir la reacción de su alumnado al introducir un elemento distorsionante en un cuento tradicional. Cita el caso de cuando pedían escribir una historia con niña, bosque, flores, abuela, lobo y… ¡helicóptero!
El cuento que aparezca aquí podrá llevar una línea parecida al tradicional pero en algún momento saltará por los aires para darnos una sorpresa.
Roald Dahl hace un libro de lujo (como casi siempre para chicos y mayores) con su “Historias en verso para niños perversos”.
El propio Rodari tiene este “ejercicio” puesto en libro en el álbum que nos trajo Kalandraka, con el mismo nombre que la técnica, “Confundiendo historias”, revisando el cuento de Caperucita.
Usando cuentos populares
En el fondo, las dos técnicas anteriores vienen a recoger lo que Rodari propone con el uso de los cuentos populares, a los que dedica muchos comentarios interesantes a través de los capítulos en que “los utiliza”.
Básicamente consiste en incluirle variantes que nos muestren otra cara de los personajes, una actualización de la propia historia o una versión humorística que, siempre, ha de apoyarse en el conocimiento previo del cuento sobre el que se “trabaja”.
Aquí, los viajes de Las Tres Mellizas (de Mercè Company con las ilustraciones de Roser Capdevila) al mundo de los cuentos es un buen ejemplo (lástima que mucho material está descatalogado) como muestra esta publicación de Beascoa.
Podríamos incluir también las revisiones que el propio autor italiano hace del personaje de Alicia, que si se había caído por el hueco de un tronco, podría volver a caerse en otros lugares, y si además es muy pequeña…
Aquí la tenemos con distintas traducciones, en distintas editoriales y con distintas ilustraciones: por Elena Temporin, en Picarona; por Montse Ginesta, en Anaya; y por Ana Laura Cantone, en Lumen.
El análisis fantástico de un personaje
Rodari hace un estudio de un personaje famoso italiano, la Befana. Nos va mostrando cómo fabular a partir de detalles sobre el personaje y las respuestas que podemos dar a preguntas que nos sugiera.
Con este ejercicio, nuestro maestro llega a pensar en un personaje con unas características muy especiales y, a partir de ellas, construir la historia. Que si el personaje es de goma y entonces… y si fuera de piedra pues…
Así surgieron “Tonino el invisible” que con ilustraciones de Alessandro Sanna publicó Libros del zorro rojo, y “Juan de cristal”, que con ilustraciones de Juan Aramburu publicó SM. Este último es un libro donde Rodari se “moja” a base de bien.
Y hasta aquí nuestro homenaje a Gianni Rodari. Insistir en la lectura obligada de su gramática y en disfrutar con sus historias.
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