jueves, 14 de julio de 2022

Libros de imagen continua y “acordeones”

LA IMAGEN CONTINUA

En la entrada anterior, hablábamos del libro “La nota”. En este se daba ese planteamiento gráfico por el que a la imagen de una página le seguía la siguiente sin solución de continuidad. Incluso si estábamos en una impar y pasábamos la página nos encontrábamos que, en la página par siguiente, el dibujo continuaba donde lo dejamos.

Vamos a llamarlos libros de imagen continua, que van a prestarse a relatos donde un personaje se dirige de un lugar a otro y el autor o la autora, pretende mostrarnos todos y cada uno de los pasos que da y todos y cada uno de los lugares o edificios por los que pasa.

Definiríamos entonces a los “libros de imagen continua” como aquellos de los que si disponemos de dos volúmenes y los deshojamos y colocamos en orden, tendremos una única gran ilustración. Esto nos exige que la angulación sea siempre la misma (panorámica frontal) y que las ilustraciones vayan sin márgenes ocupando toda la superficie de la página (“a sangre”).


Esta forma de contarnos una cotidianidad que nos rodea a partir de sus protagonistas y los lugares comunes, como si de una película se tratara, la hemos visto en los libros de Rotraut Susanne Berner, grandes álbumes donde una página doble continúa la ilustración de la doble página anterior y precede a la siguiente como un todo lineal (El libro del verano, El libro del otoño … en Ed. Anaya). 



Estaría bien recordar como antecedentes aquellos libros de viaje de Mitsumasa Anno que nos trajera en 1977 la Editorial Juventud y que están en periodo de recuperación por parte de la editorial Kalandraka. La continuidad de sus páginas ofrece un panorama completo y riguroso en los detalles del tema, espacio y época, que está tratando. Cierto es que a veces hay algún pequeño salto entre páginas, pero sin duda son libros de imagen continua.



Estos libros, a su vez, son deudores de aquellos que firmara Ali Mitgutsch, solo que las escenas de doble página, de tantísimos detalles, no se continuaban una con otra, aunque los escenarios estuviesen relacionados con un tema en cuestión. Por ejemplo, en el titulado “Vamos al agua” (Editorial Juventud, 1973), tenemos un puerto pesquero, una playa, un puerto recreativo, un incendio en un barco que apagan otros pequeños botes en un muelle y un barco seccionado para que podamos ver el interior con leyenda numerada para indicarnos los nombres de las distintas partes. De tanto detalle surgió el hecho de buscar algunos citados al margen (palabras o dibujos) dando lugar a la colección de libros “BUSCA y ENCUENTRA de Ali Mitgutsch”. 



Y de ahí con los años apareció como si fuese original esa serie de “¿Dónde está Wally?” que, en su interés por poner dificultad para encontrar al personaje, descuidaba todo lo demás ofreciendo un amasijo que una vez descubierto Wally y una docena de objetos, no servía para nada. 



Un libro que nos llama mucho la atención es “El arroyo”, de Élisée Reclus. La editorial Media Vaca nos habla así de su libro: <<Publicado originalmente en 1869, este relato está a medio camino entre la ciencia y la poesía. En él se nos cuenta la historia de una gota de agua, que es también la historia de la humanidad. Su autor, el geógrafo Reclus, sigue el recorrido de la gota que cae sobre la montaña en forma de lluvia y se une al curso del río para llegar hasta el mar>>.

Pensemos que, de sus 160 páginas, unas 150 son de texto más ilustración y que el ancho de la página es de 18 cm., puestas todas las ilustraciones seguidas tendríamos un arroyo de 27 metros, todo un ejercicio gráfico y topográfico.



Son mucho los escritores que han contado una historia con una linealidad que se presta a este diseño: las dificultades para llegar al colegio, el proceso de crecimiento de una planta, el vuelo del globo que se escapa y va pasando por delante de gente que quiere cogerlo … son posibles historias para este tipo de desarrollo gráfico. Algunos títulos: Ladrón de gallinas, de Béatrice Rodriguez (Libros del zorro rojo); “Un niño, un perro y una rana”, de Mercer Mayer (Los cuatro azules); o los viajes de “Explora” e “Imagina”, de Aaron Becker (Kokoro), son ejemplo de ello. Pero en todos los casos nos encontramos con interrupciones, efectos de zoom que rompen la continuidad, cambio brusco de escenario o deuda de espacio con un texto que aparece como imprescindible.



VARIANTES

Como siempre que queremos hacer una clasificación y ajustar unos elementos a una clase en función de una definición, nos encontramos con algunas variantes que no cumplen todo, pero … nos parece que valdrían para el lote. Afortunadamente mucha es la creatividad de autores, autoras y dibujantes que nos obligan a aceptar “excepciones”. Una podría ser la de “Harold y el lápiz morado” (de Crockett Johnson, Ed. Miau), que es un libro de imagen continua, solo que no a doble página sino página a página.



Más especial aún es el caso de “Los tres caminos”, de Lewis Trondheim y Sergio García (Ediciones SinsEntido). Nos encontramos con una portada en la que aparecen cuatro personajes que se corresponden a tres aventuras: el rico y su chico para todo van a cobrar una deuda, la niña va a buscar al Señor de las nubes y el robot intenta salir de la barca en la que lo han metido. Así se inician tres caminos que con el planteamiento de imagen continua se van a ir cruzando, interactuando entre ellos y con nuevos personajes y llegando a un final abierto por el que podrían seguir adelante.



La presentación de estos personajes repetidos tantas veces en las páginas y el hecho de que todo el texto sea dialogado y presentado como bocadillos (aunque no utilice el globo, y el delta sean dos líneas), hace que encontremos este libro entre listados de comics. A su vez la presentación formal, la ausencia de viñetas y la lectura “corrida” página a página le dan más carácter de álbum. En cualquier caso, responde perfectamente a la idea de libro de imagen continua que venimos estudiando.



Veamos una última variante que nos invitaría a colocar las páginas dobles unas encima de otra. Se trata de aquellos casos en los que el escenario que observamos es el mismo en todas las dobles páginas y son los elementos que aparecen los que van cambiando (libros de conocimiento sobre el crecimiento de una planta o el cambio de estaciones sobre un paisaje). Hay un álbum especialmente literario que utiliza este concepto firmado por Gonzalo Moure e ilustrado por Alicia Varela, “El arenque rojo” (Editorial SM), en el que las personas, y lo que hacen, que visitan un parque dan lugar a multitud de historias.



Podemos añadir dos casos particulares. Por un lado, aquellos libros convencionales que en determinado momento tienen una doble página a desplegar con una imagen continua en lo que serían las cuatro páginas que quedan desplegadas. Este es un recurso muy utilizado en libros de conocimientos.



Por otro lado, los libros que se van desplegando en cuatro o cinco páginas continuas para unir la primera con la última y formar, generalmente, un edificio con ciertas ventanas para ver el interior. En ambos casos, la fachada y el interior, se han desarrollado como imagen continua. 



PROBLEMAS

Hay dos problemas en este planteamiento para dos sectores de población distintos. Por un lado, la direccionalidad, que para los diestros es tan clara, eso de que hacia la derecha se va avanzando y lo que se ve a la izquierda pasa antes que lo que se ve “a continuación” (lo que hay a la derecha). Para los zurdos ha de aprenderse e interiorizarse porque no tiene esa lectura natural.

Por otro lado, la presencia simultánea de un mismo personaje en un mismo espacio: para los pequeños, me atrevo a poner hasta los 4 años al menos, va a significar varios personajes iguales pero distintos, por lo que debemos estar seguros de que entienden que es el mismo personaje que cambia de posición y postura.



EL ACORDEÓN

Esta es una forma de publicación sencilla que permite la observación de la imagen, que genera un libro de imagen continua, de una sola vez. Es el caso de "La nota" que hemos comentado en otra entrada de este blog.



 Interesante es saber que es un formato bien antiguo, aunque no por imagen continua sino por forma de “encuadernación”. Aquí tenemos una página en la que asomarnos a esa historia.





¿Por qué entonces no se generaliza el formato para todos los libros de imagen continua? En los que hemos visto de Rotraut Susanne Berner, sería impensable por el peso y el tamaño que habría que manipular una vez desplegado.  No así para “La nota” que se ofrece en papel (de buen gramaje) y tiene un tamaño adecuado. He ahí entonces las dos características de operatividad: tamaño y peso. Habríamos de añadir una de contenido para este formato, y sería que, para el acordeón desplegado, la imagen continua esté justificada y ocupe al menos la mayor parte de la superficie impresa.

En Internet se encuentran tutoriales para hacer libros en acordeón y ejemplos, pero casi nunca responden a la idea de imagen continua.



Vamos a asomarnos a algunos libros que presentan este tipo de encuadernación, en acordeón, con una justificada imagen continua.

Mecanistiario del Profesor Chaparelli, de Enrique Quevedo. Editorial Tres Tigres Tristes. Formato: 16 x 33 cm (cerrado) - 96 x 33 cm (abierto).

Sinopsis de la editorial: <<El Mecanistiario (o mecanicum vocabulum) es el conjunto de seres mecánicos creados por el estrambótico Profesor Chaparelli, científico del s. XXV. En este acordeón ilustrado encontrarás sus estudios sobre el mundo animal, un montón de experimentos, y la asombrosa historia de la vida en el futuro. Además, podrás contemplar el increíble Ciclo Vital del Animal Mecánico, culmen de sus fantásticas investigaciones. Edición a cargo de E. Quevedo a partir de diarios y anotaciones recibidos desde el futuro.>>



Migrar, de José Manuel Mateo y Javier Martínez Pedro. Faktoría K de Libros. Formato: 32 x 16 cm (cerrado) - 384 x 33 cm (abierto).

Sinopsis de la editorial: <<De correr “entre gallos y cochinos” en el campo, a lanzarse hacia lo alto de un tren en marcha que le lleve, junto a su hermana y su madre, al otro lado de la frontera con Estados Unidos. Así de cruda es la experiencia de un niño anónimo, uno de los aproximadamente 50.000 menores que cada año abandonan México en busca de un futuro mejor>>.



Cómo meter una ballena en una maleta, de Guridi. Editorial Tres Tigres Tristes. Formato12 x 23 cm (cerrado) - 98 x 23 cm (abierto).

Sinopsis de la editorial: << “He decidido hacer un viaje. Es un viaje largo, muy largo, por eso llevaré conmigo lo que más quiero, mi ballena”. Existen maletas para casi todo, para violines, botellas, prismáticos, abrigos… pero no para todos nuestros recuerdos. Si tuvieras que dejar tu hogar para hacer un viaje sin fecha de retorno, ¿cómo los llevarías? >>



El amor te espera, de Fabián Negrín. Col. Fuera de órbita. Thule Ediciones. Formato10,5 x 21 cm (cerrado) - 250 x 21 cm (abierto).

Sinopsis de la editorial: <<Un poema lírico y sensual ilustrado en un sorprendente formato de acordeón de 2,5 metros de longitud. Una obra de arte>>.



Caperucita roja, de Lola Moral con ilustración de Sergio Mora. Ed. Dibbuks, de Malpaso y Cia.

Sinopsis de la editorial: <<Caperucita roja es ese precioso cuento narrado de otra manera y presentado de otra forma. Basada en las obras de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm, les ofrecemos una hermosa y nueva versión ilustrada de este clásico de antaño escrito por la artista Lola Moral. Una obra ilustrada desplegable que nos relata la historia de Caperucita roja por un lado y nos presenta a los personajes, el pueblo, curiosidades y anécdotas e, incluso, la receta de la tarta de la abuela por el otro. Deja que los delicados dibujos de Sergio García te transporten a otro tiempo donde la magia existe y los sueños se hacen realidad, tengas la edad que tengas este cuento te embriagará>>.



Korokoro, de Emile Vast. Barbara Fiore Editora. Formato 14,8 x 14,8 cm (cerrado) - 177 x 21 cm (abierto y una cara, ambas caras suman 354 x 21 cm).

Sinopsis de la editorial: << Un pequeño erizo rueda colina abajo, de izquierda a derecha, a través de las páginas de este libro desplegable, atraviesa un río y un estanque y sigue rodando entre los árboles. Mientras rueda recoge plantas frescas y encuentra a nuevos animales. Korokoro, que en japonés significa rodar, es una simple historia con intrincadas ilustraciones que pueden ser disfrutadas a cualquier edad. Un sorprendente final hará que se abra una y otra vez este hermoso libro sin palabras para descubrir en él nuevos detalles gráficos>>.



Mi ciudad, de Cécile Bonbon y Arnaud Roi. Ed. Edelvives. Formato 16,5 x 30 cm (cerrado) - 165 x 30 cm (abierto). Pop-up desplegable con solapas y personajes móviles.

Sinopsis de la editorial: << La ciudad como protagonista y el lector como «director de escena» son las ideas centrales sobre las que se constituye esta lúdica propuesta. Lugares urbanos fácilmente reconocibles por los más pequeños aparecen recreados en 3D mostrando la ciudad en relieve. El resultado al desplegar las 16 páginas de las que consta el libro es un agradable paseo por estas calles en las que, tras la lectura inicial, el niño puede jugar a repetir o inventar nuevas aventuras manipulando los ocho personajes en troquel que incluye la obra.>>



La pulga rusa y su acordeón, de Gemma Martí O'Toole y Noemí Villamuza (ilustración). Formato 15 x 22 cm (cerrado) – 90 x 22 cm (abierto).

Sinopsis de la editorial: <<Polina es la maravillosa pulga rusa y es la estrella del circo de Jetov, un patrón huraño que maltrata a los artistas. No se salva nadie de su despótica dirección, ni los malabaristas, ni el mago, ni los payasos, ni los trapecistas. Ni la estrella del circo, Polina, que, cada tarde de actuación, toca el acordeón y encandila a los espectadores. Hasta que un buen día...>>.





No hay comentarios:

Publicar un comentario