De Belén Gaudes y Pablo Macías. Ilustraciones de Nacho Marcos. Colección Érase dos veces. Editoria Cuatro Tuercas S.L. Madrid, 2015.
Los autores, en la web de la editorial Cuatro Tuercas, presentan la colección "Érase dos veces" con las motivaciones que les llevaron a ello:
"¿Sois capaces de leer un cuento clásico a vuestr@s peques? Nosotros no. Nos saltábamos tantas partes y tapábamos tantas ilustraciones, que al final decidimos no leérselos. Bueno, como somos así de "a lo burro", en realidad pensamos que lo mejor era reescribirlos, ilustrarlos, y editarlos para que todo el que quiera los pueda tener. Y hemos pasado de príncipes valientes y princesas sumisas, de brujas malas, de lobos aterradores y de niños abandonados en el bosque. Nuestra versión más coeducativa, más corresponsable y más igualitaria. Porque nos mola más. Mucho más."
Hablan de darle otra oportunidad a los protagonistas para que sus historias cobren otro valor, y así es cada vez que una historia conocida se versiona. Lo que ocurre es que para encajar del todo una versión de un original hay que conocer el original, y no creemos que estén por la labor de que antes les leamos el cuento de "Los tres cerditos" para luego leerles esta vuelta de tuerca.
Cierto es que este libro se puede leer y entender sin necesidad de conocer la historia de la que viene, aunque no se entendería el recelo de los cerditos ante el lobo si la situación es tan ideal.
Lo que un día con mucha ironía escribiese James Finn Garner en "Cuentos Infantiles Políticamente Correctos", se hace ahora realidad pero en serio, sí con todas las ganas de que los cuentos pierdan su sexismo, su violencia, su maniqueísmo.
La cuestión está en ver desde qué perspectiva se les encuentran esos atributos a los cuentos tradicionales.
Aquí habría que entrar en una discusión profunda sobre el valor simbólico del cuento de tradición oral, que estas versiones podrían eliminar o al menos descafeinar; sobre la importancia de que la narración se encuentre "encerrada" en un espacio y en un tiempo ajenos al oyente con lo de "Érase una vez, hace mucho tiempo en un lugar lejano" y el "colorín, colorado, este cuento se ha acabado"; y sobre la necesidad de que en la historia aparezcan claramente buenos y malos, con sus premios y castigos, porque el oyente está en plena formación de su pensamiento moral y las conductas hay que dejarlas claras (no valen los malos por traumas infantiles, ni el que se les perdone y no haya consecuencias para el daño hecho).
Igualmente lo del sexismo hay que analizarlo con tranquilidad. Bruno Bettelheim decía que el cuento de La Cenicienta era aquel con el que más se identificaban sus pacientes, tanto mujeres como hombres. Por otra parte, en numerosos cuentos tradicionales encontramos: en los costumbristas a mujeres muy posicionadas que saben lo que quieren y reivindican sus derechos; en los fantásticos, brujas poderosas y hadas sapientísimas, heroínas atrevidas y valientes y malas malísimas; incluso en los de animales encontramos roles de todo tipo.
Por no hablar de cómo los cuentos tradicionales permiten pasar miedo en un espacio de completa seguridad, por lo que gustan tanto, y permiten cultivar el valor y jugar con las situaciones sin estar en peligro.
Por eso, me pueden parecer bien estos cerditos como una versión más con otra perspectiva, pero no como alternativa, no como sustitutos. Afortunadamente la Literatura Infantil es muy rica y ha cultivado lobos para comérselos (como el de "La ovejita que vino a cenar", que luego comentaré) que ponen todo en su justo equilibrio. Y como versiones todos valen.
Volviendo al título en cuestión, "Érase dos veces los tres cerditos", nos encontramos con un libro cuadrado, de tapas duras e ilustraciones a todo color, que ha visto la luz al financiarse por el sistema de crowdfunding, ese mecenazgo anónimo que, en esta ocasión, se hace público en las guardas finales y tercera de cubierta con la relación de todos los colaboradores.
Aquí los cerditos son el menor, la mediana y el mayor; unas casas que se caen por un viento que sopla con mucha fuerza; un lobo que quiere avisarles y no le da tiempo; y un equipo de tres cerditos y un lobo que planifican la construcción de una nueva casa con materiales naturales y próximos para reducir el impacto medioambiental. Además de que un cerdito haga la comida y una cerdita lleve la carretilla de ladrillos.
Está bien narrado aunque le falta una intriga, un interés, el suspense de la obra original. Más bien parece una crónica de sucesos. Las ilustraciones son punteras pero falta contexto, están recortadas sobre fondo blanco (menos en una ocasión que aparece un bosque pero las casas están solo silueteadas). El ilustrador Nacho de Marcos realiza para toda la colección un estudio cuidado de los personajes que responda a la filosofía que los autores han querido dar al proyecto, pero tal vez por eso queda todo muy de diseño, y falte cierta cantidad de espontaneidad y de ingenuidad, que por otra parte este autor tiene más que plasmadas en otros trabajos.
En fin, un libro que tiene su sitio, por supuesto. Y que para mí está al lado de "Los tres cerditos", no en lugar de.
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