viernes, 16 de junio de 2023

Calle Babel, nº 10 (R+ actividades)



El libro se puede considerar como un libro de recetas, como un álbum ilustrado con su historia, o las dos cosas. En cualquier caso, y aunque optemos por la tercera opción que es la que pretende la autora, las partes del libro están muy diferenciadas incluso estructuralmente: la página de la izquierda de cada dos está dedicada a quiénes participan en la elaboración de la comida y la página de la derecha es la receta pura y dura.



La historia es la de los vecinos de un edificio preparando cada cual una comida en su casa. Dado que proceden de países y culturas bien distintos, la imagen que se ve de cada piso tiene elementos decorativos muy variados y el plato a elaborar es igualmente particular. Una vez que todas y todos han terminado en la cocina, se les ve aparecer en los descansillos y bajar las escaleras para degustar la comida en el jardín, en un gran grupo alrededor de una mesa común en un acto ecuménico, solidario, generoso, intercultural… y todos esos adjetivos que se pueden asociar a este tipo de actuaciones.



En este libro pasa como en muchos otros, sobre todo informativos, en los que un aspecto del libro es disfrutable para los pequeños a los que se dirige y el otro le queda muy grande. La historia puede satisfacerles, pero las recetas raramente llamarán bien su atención al desconocer tantos ingredientes, por mucho que los dibujos los representen, y es que sin tener referentes anteriores previos no pueden visualizar, oler, saborear… lo que la receta les promete.



Hay que considerar que el estilo un tanto naif de la autora no consigue el nivel de iconicidad que requerirían los ingredientes menos conocidos por los pequeños y que a veces sus dibujos son algo confusos: chalotas, orégano, jengibre… 



Las instrucciones de las recetas, están dirigidas a quien lee (“precalienta el horno”, “presiona”, “mezcla todo” …) lo que da que pensar a lectores y lectoras que podrían hacer esa comida. Ciertamente se han elegido recetas no muy complejas, aunque inaccesibles a niños y niñas a quienes se supone que van dirigidas, ya que necesitarían usar cuchillos, batidora, horno y cocina.



Respecto a las historias de los personajes, en las ilustraciones hay algunas pistas, además de sus nombres y los del plato a cocinar, que nos pueden dar idea de la procedencia de cada cual. Porque sería lo más interesante: mostrar la diversidad de orígenes y elucubrar por qué y cómo han llegado allí.  Ciertamente lo que podría ser el aliciente del libro en su aspecto narrativo, empieza con cierta coherencia en datos y ubicaciones de personajes, pero llega un momento en el que no se sigue la mínima lógica y se nos ofrece la posibilidad de dos niñas que viven solas o niños que hacen albóndigas de espaldas a su ¿padre?



Como creo que aquí es donde puede “dar juego” el libro, tanto en casa como en la clase o en un taller, vamos a hablar de esas pistas y reflexiones que se podrían hacer, ya que está en el sello IDEAKA de Edelvives que tiende a hacer pensar con sus publicaciones. Las pistas las buscaremos en la ilustración de la izquierda y en la receta.





Me salto el piso de Josef y Rafik porque, como veremos luego, pretende ser una ONU en sí mismo: padre pelirrojo, niña rubia, niño caucasiano moreno y niño negro… ¿piso de acogida?, ¿refugiados? Las albóndigas de pavo son muy de Ikea y nos podría hacer pensar en Suecia, pero el queso feta… y el cuadro del sol… Además, hay un cartel con unas montañas heladas y que pone Atlas, lo que nos podría hacer pensar en todo el mundo o, si fuera la cordillera de ese nombre en Marruecos y Argelia, aunque personajes y decoración no concuerdan.



La otra actividad que podría dar potencial a este libro es hacer investigaciones a partir de lo que se cuenta y lo que se ve. He aquí una serie de preguntas que pueden repartirse por parejas y luego hacer una puesta común mirando la página de la que se esté hablando en la pizarra digital.



La autora su web y su blog



¿Por qué calle Babel?

Los títulos de los libros no suelen venir de quien traduce sino una decisión editorial. La traductora se ha permitido adaptaciones en los nombres de algunos personajes, pero lo de Babel supongo que hay que achacárselo a Edelvives. En cualquier caso, no ha sido ningún acierto. Los jóvenes lectores tendrán pocas referencias a la palabra Babel, y si han leído algo o le han contado algo al respecto, será asociado a ambición humana, caos e incomunicación entre las personas. Lo opuesto a este libro.

¿Por qué no algo parecido a los títulos que han puesto en otros idiomas? 

Au 10, Rue des Jardins: El 10 de la Calle del Jardín (título original).

Lunch at 10 Pomegranate Street: Almuerzo en el 10 de la Galle Granada.

What's Cooking at 10 Garden Street?: ¿Qué se cuece en el 10 de la calle Jardín?

Y así en coreano, griego, polaco, ruso, alemán e incluso en chino.




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