Es cuestión de darle a un término su significado más directo, el primero que visualizas. Así una lámpara, si no está colgada, es aquella que sobre la mesilla de noche se ilumina para tener luz en la habitación antes de dormirnos. Lo que pasa es que, en esta ocasión, el término de “lámpara maravillosa” ya está cargado de contenido (aunque creo que no para los y las peques). Pues con las mismas, Pepe Maestro propone que la lámpara moderna se cargue de toda esa magia que cabe en la imaginación y que lleve a la protagonista y a los oyentes y lectores a viajes fantásticos, divertidos, entrañables y/o comprometidos.
En esta primera aventura (primera porque explica la construcción de la lámpara) la niña elige el dibujo de la ballena entre todos los que ve y que la invitan a viajar con ellos. Y nada más pensar en ella ya sabe su nombre (Jacinta) y se sube encima para irse al mar.
La ballena no solo habla, sino que en el orificio de su lomo Liria encontrará varias cosas que necesita. Porque el viaje no era un crucero de recreo sino una aventura para salvar a una tortuga moribunda a causa de la contaminación por plásticos en el mar.
Como “cuento de buenas noches”, esos de leérselos ya en la cama para recibir el sueño, la historia de Liria termina regresando a su habitación y quedándose dormida.
Y es esta la secuencia que está pensada en la historia, no la de que la niña se queda dormida y sueña su aventura, entonces se acabaría la magia. Es la niña quien elige el dibujo y crea su aventura, tan fantástica como la cuenta y tan real como queramos creérnosla.
El texto está construido pensando en esos pequeños y esas pequeñas a quienes va dirigida la historia: con oraciones simples, claras, vocabulario sencillo y sin descripciones innecesarias, diálogos frecuentes y narrado en primera persona haciendo toda la historia más cercana.
La presentación formal del texto pierde la oportunidad de ofrecer un sintagma por renglón, lo que habría sido fácil dado lo cortas que son las oraciones además de ser gramaticalmente simples. Y al ser las ilustraciones todas a sangre en ambas páginas, el texto aparece sobre el color de fondo que, en este caso, puede ser sobre el amarillo de la luz de la linterna (contrastando muy bien) o sobre el azul del mar, resultando entonces con algo menos del contraste deseado. La ilustradora aclara zonas para facilitar la lectura, pero no siempre el texto se ajusta y queda negro sobre “azul marino”.
Hablando de la ilustración, es una nueva colaboración entre Pepe Maestro y Claudia Ranucci, y parece que se entienden más que bien. Los dibujos facilitan la comprensión de alguna idea que pudiera ser difícil de visualizar para niños y niñas (una isla formada por plásticos, surtidor, fosa…), además de dar mucho espacio a la historia, hacerla bien grande aunque el formato del libro sea pequeño. Y, por supuesto, esas formas redondeadas, orgánicas, amables que se van a hacer entrañables nada más empezar a mirarlas y que van a afianzar la relación afectiva que se establece entre historia y lector/oyente.
Pepe Maestro ha encontrado una bonita, productiva y acertada lámpara maravillosa. Claudia Rannunci apuesta entre el detalle y lo imprescindible y juega con la luz y con las sombras para un acabado digno de un álbum (de calidad, claro) de gran formato.
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