De Andreu Martín. Col Algar Joven. Algar Editorial. Alcira (Valencia). 2009.
Entre esos libros que quedaron atrás, reencuentro esta novela con más de 20 años ya, pero que difícilmente le podemos poner fecha de caducidad. Porque si bien es policiaca y cada vez se utilizan más los avances tecnológicos para resolver los casos, Andreu Martín sabe montar un escenario más intemporal donde el protagonismo lo tiene la intuición y el callejeo tras las pistas y los sospechosos. Para eso Barcelona forma parte de gran parte de sus tramas.
Wendy, la joven policía que se presentara en “La noche que Wendy aprendió a volar”, va a investigar un asesinato que para todos ha sido el resultado de una reyerta pero que ella intuye que esconde algo más.
No se queda satisfecha con que el apuñalamiento del joven dominicano en la discoteca ha sido fruto de una pelea espontánea y por eso tira de un pequeño hilo, delgado y frágil, con más instinto que fundamento.
A partir de ahí, la investigación en la que se salta más de una vez la normativa, va a ir in crescendo en interés, peligros y astucia para llegar a un final en el que todas las piezas ocupen su sitio.
Este novelista tiene oficio de sobra para mover en el escenario barcelonés a personajes variopintos, desde aficionados culés, peluqueras indocumentadas, una policía muy joven y unos malos muy malos. Sin olvidar por ello la crítica a la xenofobia, el machismo y el racismo, pero no en plan didáctico sino dentro de una trama que atrapará hasta el final a los jóvenes lectores.
Una novela para adolescentes que se inicien en el género y empiecen a entrenarse en eso de que nada es lo que parece.
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