miércoles, 5 de diciembre de 2018

Nuevos amigos (R)


De Tomi Ungerer, texto e ilustraciones. Col. Cuentos para soñar. Editorial Kalandraka. Pontevedra.




En esta ocasión tenemos uno de esos trabajos de abundantes elementos y detalles que nos hace estar mirando cada página un rato y que cuenta la historia por sí sola, casi sin necesitar del texto.
Directamente la cubierta nos muestra a un chico negro y a una chica oriental y mucha complicidad entre ellos. Luego sí: la historia va de tolerancia, de colaboración, de amistad, de aceptación de lo diferente, de apoyo a las minorías y rechazo del racismo,… Y, si nos fijamos en los detalles, la cara de una escultura sale de una regadera y la otra de un embudo, por lo tanto también trata de la creatividad y de propuestas alternativa de creación artística apoyadas en el reciclaje.


Y así es cómo discurre el libro, lleno de color y formas, con este taller formado por Rafi y Ki, vecinos y amigos, creadores artísticos que aprovechan objetos en desuso para unas esculturas que empezaron siendo sustitutos de amigos y terminan siendo el motivo de la amistad.


En esto que llega “la autoridad” (representada por un funcionario y un policía) diciendo que tienen que deshacerse de sus esculturas porque “son un peligro”. Importante es que la orden se queda ahí, sin justificar por qué se da ese peligro. Los lectores tendrán que darle sentido o encontrarla absurda. 


Pero lo cierto es que hay que buscar una solución y el reconocimiento que supone llevar a todas las “creaturas” al museo de la ciudad es un gran final para la historia. 

Sin embargo el autor la remata con tres páginas más, añadiendo importancia y profundidad a lo que ha venido contando: la importancia de esa dedicación creativa de los niños que pudiera parecer solamente ociosa acabará convirtiéndoles en diseñadora y escultor (luego ¡qué gran provecho!), y la importancia de la amistad sin condiciones ni calificativos como certero vehículo para recorrer la vida, plasmado en la metáfora visual de la última página: los dos personajes, se supone que mayores, en una barca camino hacia siempre.


Y, además de todo esto, el libro tiene una lectura adulta, con muchos momentos plásticos surrealistas, con guiños cómplices y con un homenaje a la curiosidad como motor de descubrimiento y creación, plasmado en los numerosos signos de interrogación repartidos por la mayoría de las páginas.

  


Detalles como la boca del muñeco vestido de militar, la ironía sobre los tópicos de las comidas, las cabezas huecas de los xenófobos, el grifo del cochecito del bebé, los niños en la ferretería que parecen terribles y armados, y la alucinante escena de la inauguración de la exposición en el museo.
 



Sobre el autor, Tomi Ungerer (Estrasburgo, 1931), nos dice la editorial:

Sus primeros dibujos, de ambiente bélico, reflejaban su rechazo a la guerra y al fascismo. En 1956 emigró a Nueva York, donde comenzó a escribir libros infantiles que tuvieron mucho éxito. Publicó en medios tan importantes como The New Yorker, Esquire, Life Show o Fortune. 


Ya en la cumbre de su carrera durante los años 60, Ungerer plasmó en su obra su reacción contra la hipocresía y la superficialidad de la sociedad americana. Se mudó a una granja en Canadá y a finales de los 70 se trasladó a Irlanda con su familia. Su producción, que abarca 40 años de creación, se calcula entre 30.000 y 40.000 trabajos de diferentes estilos, y más de 120 libros. Entre otras distinciones, ha recibido la Medalla de Oro de la Sociedad de Ilustradores y el Premio Hans Christian Andersen en 1998. Además de dibujante, también ha desarrollado otra faceta como filántropo, volcándose en causas humanitarias.


Un avance del libro aparece en la web de la editorial.


En este enlace, una página del blog  rz100 con datos interesantes de la biografía y obra del autor. 


Nota: mientras que la imagen muestra que a Rafi le regalan un soporte para taladro, el texto dice que le regalan una broca. Un desliz.

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