De Sally Rippin. Il.
Alejandro O´Keeffe. Col. Billie B. Brown. Ed. Bruño. Madrid.
Dentro
de la oleada de libros modernos que forman colecciones alrededor de
un personaje, especialmente de un personaje femenino, me ha gustado
mucho la serie de Billie B. Brown por muchos motivos: la protagonista
es auténtica, real, una niña de verdad sobre la que las lectoras se
proyectarán perfectamente; dirigido a primeros lectores, las
oraciones son simples, lo que les permite una lectura rápida; las
ilustraciones (ajustadas en la versión española con una exitosa
elección de “O´kif”) se hacen entrañables completando la
descripción del personaje muy ajustadamente; la inclusión de dos
historias cortas por libro en vez de una larga; las tapas duras que
le dan cuerpo... en fin un 10.
Vayamos
por partes. Billie B. Brown es un personaje creado por la australiana
Sally Rippin, escritora para pequeños y adolescentes que se acerca
al medio centenar de libros publicados, especialmente series
(alrededor de distintos protagonistas). En la que tenemos aquí,
además de la niña están sus amigas pero especialmente Jack, su
mejor amigo, lo que da un ambiente muy compensado para ser una
lectura atractiva para chicas y chicos (aunque tal vez más para las
primeras).
En
su publicación original en Australia, las ilustraciones corrieron a
cargo de Aki Fukuoka, un ilustrador que impregna sus dibujos de
ángulos dando cierta aspereza al conjunto, cuando el personaje es de
una enorme amabilidad. Además le adjudica una delgadez extrema
haciendo que Billie resulte innecesariamente cabezona. Por eso creo
que el ejercicio de Bruño de cambiar al ilustrador, eligiendo al
argentino Alejandro O´Keeffe es un gran acierto. Si bien mantiene la
misma delgadez en los personajes, sus formas más redondeadas y la
atmósfera humorística (de la que el dibujante tiene gran
experiencia), dan más amabilidad y armonía a los personajes que
quedan algo más infantiles, pero no hay que olvidar que son libros
para primeros lectores.
(A la izquierda el de Bruño por O´Kif y a la derecha el de H.G.Egmont por Fukuoka)
La
maquetación del libro es lúdica: la numeración de página está
acompañada de florecitas, aparecen palabras destacadas en otro color
para darles más intensidad a su significado, a veces aparecen
ilustraciones de objetos entre párrafos, otras páginas están
ilustradas a sangre y un óvalo central en blanco recoge el texto,
las onomatopeyas -en colores- se “mueven” en las páginas, la
letra es grande y el interlineado muy generoso. Todo esto es un
diseño perfecto para que la lectura sea muy atractiva y cómoda.
¿Qué
se pierde con esa traducción del dibujo? Pues que en el acceso a la
web de Billie ya no cabe la identificación con el personaje para los
juegos que se proponen y la consulta de títulos. Además la
editorial española se queda sin poder dar salida al merchandising
que sobre la serie se ha montado.
¿Y
el contenido? La autora diseña un personaje para quienes “no
gustan de princesas ni de hadas”. Billie es una niña real, a la
que le surgen situaciones divertidas, preocupantes, de susto, de
enfado, conflictos... para todo hay que buscar soluciones y Billie y
Jack saben salir siempre airosos. El juego empieza siempre con la B
de su sobrenombre: ¿es la abreviatura de qué? En cada historia va a
proponer que sea de algo distinto: de Buena, de Bastante mayor, de
Bailarina,... Luego las historias discurren muy fluidas, sin
artificios, siempre alrededor delas emociones, los párrafos están formados por una sola oración
(simple o compuesta) formando capítulos casi siempre de una sola
escena. No pueden perderse.
Y, a
diferencia de los libros australianos, los de Bruño son dos títulos
por cada libro y la edición con tapa dura y cubierta a todo color y
cada uno distinto hacen que se quiera tener toda la colección.
Pues estará bien tenerla en la biblioteca personal y en la biblioteca del colegio.
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