(Este artículo va con letra pequeña porque para quien no le interese, será un peñazo y ocuparía demasiado. Perdón).
De nuevo
estamos a las puertas de la aplicación de las pruebas Escala de
Lengua y Matemáticas. ¿Cómo serán las de este año? ¡Aaaah,
sorpresa!
Hace dos o
tres años denuncié la mala calidad y lo negativo que eran para la
comprensión de los textos, los dibujos que aparecían (además de
muchas otras cosas, claro). Con la cantidad de docentes buenos
ilustradores que hay, recogieron imágenes de Internet que sonaban a
colegio y ya está.
Las
imágenes.
No sé si
alguien lo “oyó”, lo cierto es que el año pasado las
ilustraciones eran de elaboración propia. Pero de ordenador, hechas
probablemente con Paint. Y, nuevamente, sin cumplir alguna de las
funciones que pueden tener las ilustraciones que acompañan a un
texto (ayudar a la comprensión, o interpretar, o solo repetir, o...)
y quedan como decoración poco acertada: para la celebración del día
del libro de un cole se ve a la niña de la ilustración de este
párrafo; para los lectores en una biblioteca a tres niños en mesas
individuales sin estar leyendo; para hablar de una clase de 25, con 5
nos bastan;...
Los
contenidos.
Además de
lo negativo de estas ilustraciones, tan poco acertadas, tenemos los
contenidos. Empezamos a analizar.
El título
del texto para celebrar el día del libro es “Un libro es un
amigo”. Se habla de cuantacuentos, de biblioteca, carné, préstamos
de libros, lectura de poesías, y de regalo de libros para la clase y
merienda, pero en ningún momento se habla de que los niños leyesen,
de la posible relación del lector y el libro (que pudiera valorarse
de amistad), o de que se lo pasaran bien leyendo. Un título
pretencioso que no tenía eco en un prosaico texto sobre una
celebración.
En una
prueba que va entre lectura comprensiva y ejercicios matemáticos,
ponen a cuatro chicos diciendo algo en unos bocadillos... ¡Pero
dentro del bocadillo aparece su nombre con dos puntos y lo que dice!
Como si fueran los periodistas de una rueda de prensa que se
presentan diciendo su nombre y luego la pregunta. Cualquier lector
podría interpretar que son vocativos: el niño dice “Pablo: en mi
clase ha contado cinco cuentos...”. ¿Quién es Pablo: el niño que
habla -entonces no debería aparecer en el bocadillo-, o el niño que
escucha, o el que ha contado el cuento?
Luego, para
seguir dando textos y haciendo preguntas literales que más tienen
que ver con la decodificación que con la comprensión, nos habla de
un maestro que podría parecer muy animador a la lectura, que tiene
un cartel con las fotos de los alumnos y pone un cuadradito por cada
libro que cada niño lee. De esa manera queda muy bien expuesto el
que lee mucho y el que lee poco... ¿a quién interesa esto? ¿lo que
prima es la cantidad de libros leídos? ¿a todos les cuesta lo
mismo? ¿todos los libros son iguales de largo/complicados de leer?
¿no es esto competitivo? ¿no deja en evidencia a quienes están
menos animados o preparados para leer frente a los que “van mejor”?
Sin duda, otra metedura de pata.
Luego
aparecen cuatro títulos de libros (para 2º de Primaria) que han de
ordenar por orden alfabético. De acuerdo que algunos están bien y
han tenido reediciones, pero son los cuatro de El barco de Vapor,
serie azul, antiquísimos, uno con el nombre confundido (“Abuela
Opalina” en vez de “Abuelita Opalina”). ¿Quién ha puesto
estos títulos? ¿Es todo lo que sabe de los libros que ahora se
están leyendo en este curso o es lo que recuerda de cuando leía en
1981?
Seguimos.
Para hacer problemas, de los que forzosamente hay que separar en
datos y operaciones, nos cuentan los materiales que hay en la
biblioteca de aula: “películas 25, libros informativos 50, libros
de historias 175 y libros de cómics 100”. ¿Qué querrá decir
libros de historias? ¿Y libros de cómics? ¿A qué responden esas
cantidades a la necesidad de trabajar con números altos -centenas- o
a una posible realidad con más de 300 volúmenes en una clase de 25
alumnos?
No
importa, dirá alguien, son
como ejemplo para saber si saben hacer los problemas.
Y así no importa tener una biblioteca de aula imposible de gestionar
con tantos libros, ni sitio donde ponerla, donde a los libros de
contenido literario se les llama de historias (no debe tener este
maestro ni poesía, ni teatro, ni revistas, ni álbumes, ni libros
hechos en clase, ni...), y hay 50 libros informativos (¡Ja!) y...
100 libros de cómics (¡Ja, ja!), que son ¿tebeos de grapas, o
libros del tipo novela gráfica? ¿Sabe algo de cómics el autor de
la prueba?... Pero como es como ejemplo.
Y
ya nos dirigimos hacia el hallazgo total, donde quieren examinar a
los niños y a la vez dar pistas a maestros y maestras de cómo
ampliar esa biblioteca (ya que parece que tiene pocos libros a ojos
de quien ha inventado los datos de la misma) y es el que ¡cada niño
y niña llevará dos libros en el mes de mayo!
¡Olé!
Esa magnífica idea por la que algunas familias se desprenden de
libros que no le gustaron a sus hijos, o compran un par de ellos
baratos y malos en un bazar, o pretendiendo destacar llevan libros de
un nivel más alto del nivel lector de la clase, o algunos muy
sobados de casa por lo que otra familia protestará porque debían
haber sido nuevos como los suyos, o porque empiezan a deshojarse,
o...
Volvamos
a los problemas. Por un lado el cómo resolverlos poniendo datos y
operaciones. Los que les machacamos con aquello de hacer un dibujo
que recoja el problema, ahora reconocemos nuestro error porque no los
estamos preparando para la prueba de las pruebas que es la que debe
determinar la metodología... ¡Ni loco! Además pide al final el
resultado, no la “respuesta” o “solución”. Más parece que
la palabra resultado
pide una cantidad que lo que debe ser, contestar a la pregunta que se hacía en el enunciado del problema.
Y
si nos fijamos en el contenido ya el “alucine”. Primero en la
lista aparecen los materiales
de la biblioteca de aula pero pregunta solo por los libros.
No se pretende saber si saben aplicar la
suma para resolver el problema, sino si saben diferenciar entre la
palabra materiales y
la palabra libros
o, mejor aún, si caen en la trampa o no. Para el de 25 niños a dos
libros por niño, tenemos una ilustración magnífica (glup) y la
redacción del último no tiene desperdicio:
¿Existe
una estantería donde caben 120 libros? ¿Ni más ni menos? ¿Los
libros son todos igual de gordos? Se supone que todos los materiales
que había en abril en la clase estaban colocados ya, por lo tanto la
nueva estantería es para los nuevos libros. Si el maestro ha
colocado ya los 50 libros que han traído, entonces no falta ninguno
por poner, además de que el objetivo de una estantería no es
llenarla sino albergar los libros que tengamos y más cosas, claro,
que una biblioteca de aula debe tener más cosas.
El
colmo de los colmos está en la pregunta 15, los libros cuestan todos
5 o 5.50 €. ¡Si encuentran “Abuelita Opalina”, de 1981, les
costará unos 8 €. ¡Ah! Perdón, se me había olvidado que eran
ejemplos. ¿Por qué no ponerlos reales con los precios casi reales
redondeados? ¡Ah! Perdón, es mejor no ajustarse a la realidad que
hacer publicidad. ¿Sí?
La
prueba de lectura
Esta
es otra. En el cuadernillo general, los textos sobre los que se hacen
las preguntas para medir la comprensión son textos expositivos. Al
margen de ello, hay una prueba
de lectura para una muestra, con un texto literario... ¿literario?
Se ha escogido un cuento de un ingeniero madrileño
que, con cuatro hijos, ha montado una web con cuentos que inventa
queriendo darle a todo mucho valor educativo. Mis respetos, pero
confunde literatura con didáctica, y así le queda (al menos) este
cuento llamado “La pizarra mágica” que quiere (como así se
recoge en la valoración de la idea principal que hacen los que
elaboran la prueba) dejar clara la importancia del mensaje ecologista
del mismo.
Hay que ser muy hábil para querer transmitir un valor
y rodearlo de literatura. Cuando tenemos a un escritor, lo que nos da
es literatura con contenido. Pero no es este el caso.
Porque, preguntan los pequeños lectores: ¿cómo va a
hacer real a su familia en ese bosque si estarán en otro sitio? ¿Que
existen dos veces? ¿Y qué pasa con las tizas, no valen para otra
pizarra? Porque la pizarra, que no vuelve a ver, era normal pero las
tizas brillaban. Y si estaba en un bosque, ¿cómo es que el bosque
se convirtió en un bosque cuando dibujó la niña árboles? Y si
solo borró los desperdicios ¿que pasó con su segunda familia ahora
pintada y "viva"?
Son algunas de las dudas que se plantean los pequeños
lectores antes de darse cuenta que todo el montaje era para que
reconozcan que la idea principal es que recojan la basura del suelo.
De pena.
El
cuestionario de contexto
Dos o tres comentarios solamente.
El primero: cuando preguntan sobre los recursos que
existen en el domicilio familiar preguntan si tienen internet y si
tienen programas educativos en el ordenador para facilitar el
aprendizaje... ¿Han preguntado si tienen ordenador? ¿Se da por
hecho que todos lo tienen? ¿Cómo saben que no lo tienen? Yo tengo
un 50% de alumnado sin ordenador...
El segundo: respecto a las ocupaciones de los padres...
¿dónde marcan las señoras que limpian en casas ajenas? ¿Y los
jornaleros del campo, en “personal especializado en agricultura”?
¿Cómo empieza la relación por “Dirección de empresas”? (¿Es necesario aquí el ordenarlo alfabéticamente?) A mí
casi me suena a insulto.
Algo más, ¿qué consecuencia tiene el resultado de
este cuestionario de contexto? ¿Se sigue comunicando -no lo sé-
como se hizo con los de las primeras Pruebas de Diagnóstico? Si los
resultados son importantes, ¿por qué no aplicarlos en una muestra
significativa de todos los colegios para así conocer los contextos
de manera más exhaustiva, transmitiendo luego esas valoraciones a
los centros con las recomendaciones básicas que cada resultado
conlleve?
Ultima
reflexión: el valor de los resultados
Vaya
por delante que estoy de acuerdo con que se hagan pruebas
diagnósticas, vaya por delante que estoy de acuerdo en que se
unifiquen, se estandaricen, se hagan matemáticamente medibles,
etc., etc.
Pero sus resultados no van a dejar de ser los
resultados de una prueba aplicada en un momento concreto cuando se
dan unas características concretas. No se pueden generalizar los
datos, solo es una aproximación.
Ante la próxima aplicación de la prueba en mi clase,
he pasado la prubea comentada del año pasado a modo de ensayo,
avisándoles que luego vendrá la “de verdad”. Esto es una
recomendación (al menos eso recuerdo de cuando aplicaba las PED) y
viene bien porque ni el formato, ni la redacción, ni la tipología,
ni nada se asemeja a lo que trabajamos en clase.
La prueba ha sido fotocopiada (no era necesario el
color para nada) y en folio normal (no era necesario más gramaje).
Se han entregado las hojas conforme se iban aplicando y ha sido en
cuatro días en vez de en dos. La situación era distendida pero
ajustada a las condiciones de aplicación (nada de ayudas) y los
resultados han sido magníficos. Además de que la prueba será otra
(de verdad que deseo que mejor hecha) las condiciones también
variarán (más calor -”puedo beber agua” cada dos por tres- y
cierta tensión, claro).
¿Los resultados? Nos veremos aquí para comentarlos.
Conclusiones
1º)
Cualquier docente de 2º de Primaria puede elaborar una prueba mejor
que esta.
2º) Las pruebas pueden ser fotocopiadas en los centros
con un consiguiente ahorro por parte de la Consejería, que podría
(con menos de la cuarta parte) financiar las fotocopias que luego les
facturarían los colegios.
3º)
Los contenidos de las pruebas no deben valer porque son como
ejemplos,
sino que deben ajustarse a la mayor verosimilitud posible.
4º) Cualquier publicación, y esta lo es, necesita de
un editor (o editora, claro) que revise desde una perspectiva
profesional el producto para que tenga, al menos, el mínimo de
calidad que merecemos alumnado y profesorado.
5º) Si la Agencia Andaluza de Evaluación Educativa no
tiene nada más que ofrecer que esto, realmente está costando
demasiado cara y habría que replanteársela.