Ya estamos llegando al final de este 2016 en el que, como cada año lógicamente, se conmemoran aniversarios de nacimientos y fallecimientos que actualizan las biografías de autores clásicos, difunden su obra y, en fin, aportan cultura a la sociedad con los actos de las celebraciones y las publicaciones, películas, noticias, etc., a que dan lugar.
Así ha sido con los cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes que ha exigido, por parte de la administración educativa, actuaciones a cargo de los colegios e institutos. A cambio de esa exigencia se podía contar con los recursos de la web, pero ni un mísero cartel que llevarse a la biblioteca, ni una publicación extraordinaria, ni una exposición itinerante, ni… nada. Esto viene a corroborar la política en materia de Lectura y Literatura que viene desarrollando la Consejería de Educación de unos años para acá: se acabó el pacto por la lectura y los programas en marcha son actuaciones que nacen en los centros y acaban en ellos, por voluntad propia, con una cierta supervisión si quieren los docentes que se canjee el trabajo por certificados.
Otro aniversario, pero que escuelas e institutos han recogido por iniciativa propia, ha sido el de los cien años del nacimiento de Roald Dahl. Se ha difundido un cartel que se ha podido ver en puertas de librerías, probablemente de la Editorial Santillana que tiene prácticamente todos los derechos sobre la obra de este autor y han aparecido numerosas alusiones en Internet, además de su página oficial.
Pero si critico la actuación de la Junta respecto a pedir que se haga algo sobre Cervantes y no dar nada, igual lo haré o más con sus aliados del gobierno central y ese Ministerio de Educación, Cultura y Deportes que debe estar quedándose solo con lo de deporte. No solo se han quedado sin dotación económica los premios dedicados a las manifestaciones culturales y artísticas, sino que las conmemoraciones han brillado por su ausencia. No nos extraña que el centenario del nacimiento de Blas de Otero, de quien debería haber llegado a todos los institutos de España un cartel con su poema “Pido la paz y la palabra”, o el de Buero Vallejo, que tantas veces se lee en Secundaria, pasen sin pena ni gloria ya que no es muy dado este gobierno a acordarse de los escritores de izquierdas.
Pero que ni tan siquiera haya movido el centenario del nacimiento de Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura y muy de la corriente política de los gobernantes, clama al cielo.
Ante tanto vacío de celebración, las editoriales no apuestan, lógicamente, por publicar o reeditar obras de estos autores para niños y jóvenes, y nos hemos tenido que conformar con los libros que ya teníamos y como novedad los publicados por Anaya en la colección “Mi primer...” dedicados Cervantes. Los firma Rosa Huertas y los ilustra Beatriz Castro.