De Marcos Calveiro. Colección Alandar. Editorial Edelvives.
Zaragoza.
Con
este título parecía que uno de mis escritores favoritos iba a hablarnos de
Antonio Machado. Pero no.
Marcos Calveiro es un escritor
gallego, además de abogado. Aunque parece que buena parte de su tiempo lo pasa
con su pareja en el bar que ambos tienen montado en Vigo. Un lugar donde
suceden historias, como recuerda del bar de su abuelo donde tanto tiempo pasó
oyendo lo que se contaba entre unos y otros, y que seguro ha contribuido a
construir su pensamiento de escritor.
Comprometido con la lengua
gallega y su cultura, sus libros nos pueden hablar de cualquier lugar y de
cualquier época, pero sobre todo anclados en momento reales, donde se han
movido personas reales y han ocurrido hechos reales que el autor teje con la
ficción que haya creado, dando una verosimilitud a su obra que dudamos si no
será real lo que nos cuenta. No me cabe
duda de que el final de la vida de Vincet Van Gogh es como él la recoge en “El
pintor del sombrero de malvas” (Edelvives. Premio Lazarillo 2009). O Casi.
En este libro que comentamos,
“Días azules, sol de la infancia”, el título nos lleva al verso de Antonio
Machado, ese que apareciera en el bolsillo de su gabán cuando le sorprendió la
muerte en el exilio. No es sino hasta el final del libro donde se habla del
mismo, para cerrar la historia. Una historia que habla de pasado, de recuerdos,
como ese sol sevillano que evocara Machado en sus últimos días.
La obra se articula en capítulos
donde se alternan rigurosamente dos narraciones: por un lado la historia de
Marcos que ante la enfermedad de su abuelo y lo desconocido de su pasado, se
pone a investigar su historia; y, por otro, la propia historia de Nicasio, el
abuelo, desde su “escapada” de su Galicia natal hasta ese verano del 36 en
Madrid. Mientras que el joven Marcos nos lo cuenta en primera persona, un
narrador omnisciente lo hace con la
historia del abuelo tanto en presente como en pasado al relatar algunos
flash-backs.
Como siempre, en las obras de
este escritor, y en este libro no es menos, aparecen numerosas referencias
históricas: la explotación de los jornaleros gallegos en Castilla; los cines y
teatros de Madrid (el Capitol, el Maravillas, el Circo Price) y las películas de la época; el trasiego de
los huérfanos tras el golpe de estado del 18 de julio; la Venus Rubia, Marlene
Grey, el director y empresario Arturo Carballo, la vedete Tina de Jarque, el
director de cine Armand Guerra, y la película que entre todos rodaron: “Carne
de Fieras”. Y el escenario de la guerra,
incluido el cartel del “No pasarán”.
Además de alguna breve referencia y
poemas de Rosalía de Castro y Machado, el libro tiene una buena parte dedicada
a Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí con quienes pasan una buena parte de
esos días terribles los abuelos de Marcos. Y con ellos “Platero”. La visita a
sus vidas que hace el autor en estos meses de julio del 36 nos da muchas pistas
sobre ellos mismos, sus inquietudes, la situación política y cultural del
momento, el papel de cada uno en el Madrid de antes y del momento, la urgencia
y necesidad del exilio,...
Con todo esto, el libro trata
del amor y de la guerra. El amor del abuelo Nicasio y la Abuela Matilde; la
guerra entre españoles provocada por la insurrección militar. Y en su paralelo
en el presente, aunque como un eco con “menos intensidad”, el amor entre Marcos
y Gala (la youtuber que le ayuda en la investigación) y la “guerra” entre los
familiares del joven por la herencia del abuelo.
La novela es muy fluida en las
dos historias paralelas y en el hecho de alternarlas; es muy rica en detalles y
diálogos; es apasionada, comprometida, exigente, inteligente; es a su vez
delicada y cuidadosa; es una novela juvenil que gustará también a los adultos
que la lean.
¿Y cómo aborda Calveiro el
tema de la guerra civil? Es algo espinoso donde los autores que tratan este
tema, dirigido a los jóvenes, suelen
situarse desde fuera o a lo sumo en el centro, equidistantes. El escritor
gallego deja claro que no está de
acuerdo con el golpe de estado, como germen de todo, ni con la barbarie que
acarreó. Y se pronuncia tajante: “En las guerras, la condición humana se pone a
prueba, y junto a las muestras más extraordinarias de valentía y desinterés
conviven los actos más infames y ruines” (pág. 163).
(Nota: "Días azules, sol de la infancia" es una novela sin ilustraciones. Las que aparecen ilustrando esta reseña han sido tomadas de Internet,)