Manolo salió temprano como todos los días, a dar una
vuelta con su bicicleta. Ya era bastante mayor, como se podía ver por sus canas
y las arrugas alrededor de sus ojos y su boca. Pero se encontraba muy bien de
salud y estaba dispuesto a aprovechar todas las mañanas de este luminoso
verano.
Tras un rato pedaleando, se paró para tomar un poco de aire y un sorbo de agua cuando de pronto oyó una piedra que le saludaba… ¿una piedra? ¡No, en realidad era un sapo!
-Un sapo, no. En realidad soy un rano –dijo el rano.
También podríamos haber tirado la piedra letra a letra, como acróstico, a ver qué sale:
Murciélago
Aceite
Noche
Ostra
Murciélago ha generado la palabra noche y podríamos pensar que era de los que comen frutas y se iba a preparar una ensalada de manzanas para lo que necesitaba algo de aceite… Sin embargo la palabra ostra no se ve muy claro si echarla a la ensalada o no.
Maíz
Arcón
Nata
Olvido
La ensalada de antes ha traído el maíz y tal vez la nata, pero sigue sin tomar un cuerpo fluido para un cuento. Intentemos meter algún verbo, algún adjetivo,…
Montón
Animales
Navegan
Oscuro
Claramente nos surge sujeto y predicado y podemos tirar de ello haciéndonos preguntas: ¿qué animales?, ¿por qué navegan?, ¿por qué por la noche?, ¿cómo es el barco?, ¿de dónde ha salido?,… así nos ira surgiendo una historia que podría ser:
Los poco
animales que habían podido llegar al río, tosiendo por el humo y llenos de
cenizas, se pararon a tomar aire y pensar qué podían hacer.
-Mirad, por ahí viene un tronco enorme flotando río abajo –dijo la ardilla señalando a un gigantesco roble que, quemado por su base, había caído al agua y ahora era arrastrado por la corriente.
La liebre dio un salto agarrando al lagarto por la cola y aterrizó en el árbol salvavidas. Les siguieron un tejón de la mano de la ardilla, un zorrillo con un torpe búho, cegado por la luz del fuego y montado en su lomo, y una urraca que revoloteó la última hacia el improvisado barco.
Así los siete, agarrados a las arrugas de la corteza del árbol comenzaron a navegar cuando, de pronto, una curva en el curso del río desvió el camino entrando en una gruta oscura de la que no podían salir ya que algo impedía que el agua siguiera adelante.
Bueno, la “mano” nos ha llevado hasta una historia que de una situación mala ha pasado a otra peor. Sin embargo “se ve luz al final del túnel”, nunca mejor dicho, y seguro que la acabaríamos de manera feliz, aunque el bosque tardará mucho en recuperarse.
(Las ilustraciones han sido tomadas de Internet sin que
apareciera registro de autoría en ningún caso)