De Camille Jourdy. Editorial Astronave. Barcelona, 2020.
Cuando en los cómics aparecen los vórtices, las puertas interdimensionales y las máquinas para viajar a mundos paralelos, en la Literatura ya se habían inventado montones de fórmulas para viajar a otros espacios, lugares, mundos... Especialmente en la Literatura Infantil: el tornado para llegar al país de Oz, el vuelo para llegar a Nunca Jamás, la cuerda para cruzar el río de camino a Terabithia, o el armario por el que entrar a Narnia.
Cruzar un túnel en medio de un bosque, es el camino que Camille Jourdy elige para que Jo llegue a ese lugar en el que viven las varamillas, claro anagrama de maravillas que nos recordará al mundo de Alicia (manteniendo así el juego del original francés: Les Vermeilles, de merveilles).
Una vez allí encontramos que el bosque sigue, que en el paisaje no hay espacios imposibles, ni tan siquiera especialmente raros, pero que está poblado de personajes muy especiales, eso sí: todos pequeños que hacen que la pequeña Jo se vea bien grande respecto a la mayoría (para eso es su mundo inventado).
Pero estos personajes, entre los que se mezclan zorro, cocodrilo, cíclope, gatos… humanizados todos (aunque también hay algunos animales tal cuales), combinan la imaginación desbordante con la actitud racional de los humanos, creando una atmósfera verosímil que, sumando la trama de aventura, atrapa al lector hasta llevarlo a la última viñeta.
Tal vez el acierto más destacado es el de la sencillez del dibujo que, fuera de toda simpleza y con los trazos suficientes, muestra emociones, sentimientos, inquietudes, actitudes… de unos personajes que se hacen rápidamente entrañables y que descansan en unas acuarelas con una paleta delicada pero efectiva.
Pero hay más aciertos: el dibujo panorámico que te mantiene en la historia combinado con el primer plano para la conversación intimista, con ritmo cinematográfico; la tipografía manuscrita e infantil de los textos que aportan ingenuidad; las secuencias sin textos para pararse poco a poco en cada viñeta, en cada pulso de la naturaleza plasmada; los escenarios que aportan su propia tensión, su temperatura, su participación en la historia: el puente colgante, el pantano, el caserón, el palacio, … Y el amable final que cierra todo, pero invita a volver: “La vida es así, y si un día te da por ahí… y quieres irte a vivir aventuras, sueños y maravillas… Ven a dar una vuelta al bosque de las Varamillas…”.
Esta sencillez y ternura, formas redondas y textos fáciles de leer hacen de este cómic una delicia para los pequeños; pero esa misma delicadeza, ese entrar en los sentimientos y motivaciones de los personajes (especialmente de Jo) y esa forma de contar íntima y lenta lo hacen un trabajo que los adultos, a los que nos gustan los cómics, no queremos renunciar.
Entrevista en la web de rtve.