De Daniel Nesquens. Il. de Jacobo
Muñiz. Ed. Anaya. Madrid.
Hay, prácticamente, un subgénero muy
especial en la Literatura Infantil y Juvenil que son los abecedarios:
para mostrarnos animales, para mostrarnos personajes, para jugar
plásticamente con las letras en ese orden tan arbitrario que hay que
terminar aprendiendo y que hace que muchos de estos libros
abecedarios tengan una finalidad didáctica o al menos de ayuda
escolar.
Sin embargo varios artistas han
demostrado el valor de jugar con el lenguaje a partir de este resorte
alfabético y crear trabajos magníficos, bien en lo literario, bien
en lo plástico o bien, como en este caso, en ambos campos.
Nesquens de imaginación y sentido del
humor va sobrado, de donde toma una buena dosis para construir una
historia (o montones de ellas a la vez) en la que dos personajes
(los profesores Nemo Calypso y Nautilus Cousteau) viajan por el mundo
observando desde su basticafo o al ladito de ellos, a un rimero de
animales que, ¡vaya!, se nos van presentando por orden alfabético.
Y como texto lo hacen de la siguiente manera: un adjetivo, un
sustantivo (el nombre del animal), un verbo y un complemento… ¡todo
con la misma letra! Así encontraremos “Bebés ballena bucean
buscando biberones” o “Jóvenes jirafas japonesas juegan juntas”.
Y así se va avanzando desde las
avispas hasta los zorrillos, para que en una cuádruple página (se
despliega la última hoja) asistamos a la “Gran Presentación del
Atlas Zoológico Mundial” a cargo de los dos profesores y con la
presencia de todos los animales que han desfilado por las páginas
del libro. Apoteósico, sin duda.
Y es que el ilustrador Jacobo Muñiz ha tomado el pulso a la
perfección (a pesar de sus dudas y su autocrítica), incluyendo la
letra de la que se trate en el propio cuerpo del animal que nombra,
añadiendo unos elementos (círculos concéntricos, especialmente,
nubes y fragmentos de personajes que ya han salido) que dan
continuidad a unas páginas con otras a pesar del disparate que el
escritor está poniendo en juego. El dibujo, que posee la frescura de
lo espontáneo con un estudiado uso de los espacios que se ocupan y
de la direccionalidad del movimiento que transmite, se completa con
espacios tomados a modo de collage de fotografías de telas
principalmente.
Un divertimento asegurado en el que los
lectores también podrán jugar a buscar más elementos cuyo nombre
empiece con la letra en cuestión, dentro de la doble página
asignada a cada abecebicho. Genial.
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